miércoles, 28 de marzo de 2007

Macuto, maco, maqueto



La lectura de un artículo en el blog “Ahora... y en la historia” ,sobre el escritor José María Arguedas Altamirano y el mestizaje cultural, me ha traido a la memoria el curioso origen de una palabra , en principio americana, pero que tuvo su desarrollo en Cantabria y su extensión como término peyorativo en el Pais Vasco de principios del siglo XX. Me refiero al término “maketo”, palabra usada por el primer nacionalismo vasco de finales del XIX y primera mitad del XX para referirse despectivamente a los inmigrantes de otras zonas peninsulares que acudían a trabajar en la incipiente industria vasca.
La palabra tiene su origen en el vocablo “macuto” o “maco”, que uno de las dos formas lo ha oido, para referirse a un paquete hecho con forro de tela y que se echaba al hombro para transportar la ropa personal o, en su caso, mercancias; y que portaban muchos de los meseteños que como temporeros se acercaban a trabajar en las minas de Cantabria y Encartaciones. Del uso de este “paquete”, como se le conocía al atado en tierras de Castilla, vino el término maqueto, en un primer momento en tierras de Cantabria y zona minera de Encartaciones. para pasar posteriormente de esta comarca vizcaina, fácilmente, al Bilbao de aquel entonces, cuna del primer nacionalismo vasco, como término excluyente e insultante. Curiosamente, el vocablo lo oigo hoy, exclusivamente, en boca de aquellos que se proclaman furibundos antinacionalistas. Basta con buscar la palabra en google.
Pues bien, si uno busca la palabra “macuto” en el DRAE le da la siguiente etimología: “Voz de Las Antillas y Venezuela”, el vocablo “maco” no aparece con esta acepción, sino como “malo, pícaro o bellaco”, sin embargo, como ya he dicho, yo lo he oido abundantemente con el mismo significado que macuto.
Por otro lado, parece que existe controversia acerca de la etimología de “maketo”, pues el DRAE lo hace provenir del euskera “makito” (tonto, majadero), aunque no le concede este significado, sino el de “persona de fuera”, usado en tono despectivo. Yo añadiría a este sentido el de “persona mal vestida o extravagante”, pues así lo he visto usar en Encartaciones. En este sentido, considero más afortunada la etimología propuesta más arriba, que también recoge el Hiztegia, relacionada con la palabra “macuto” de origen americano, pues no parece nada descabellada esta suposición teniendo en cuenta la histórica abundancia de emigrantes a Las Américas en la comarca occidental de Bizkaia y oriental de Cantabria. Son de interés los abundantes palacios de indianos que se pueden observar en ambas regiones.

sábado, 24 de marzo de 2007

Petavonium, el campamento romano de Rosinos de Vidriales en Zamora



La Legio X Gemina

Durante el periodo republicano, hasta los tiempos de Augusto, las legiones no tienen asentamientos estables, salvo los recintos campamentales de invierno, los cuales, algunas veces, son aprovechados por la población local tras su abandono por las tropas, no hay constancia de otros establecimientos más duraderos durante este tiempo.
Sin embargo, tras las Guerras Cántabras, tres legiones van a permanecer estables en la península: La Legio IV Macedónica, que se asentará cerca de Reinosa, se ocupará de la vigilancia de los pueblos cántabros. Al cuidado de los Astures estarán la Legio VI Victrix, con guarnición en Legio y la Legio X Gemina, cuyo asentamiento estuvo muy cercano a nuestra tierra, en el Valle de Vidriales.
La Legio X Gemina participa de forma muy importante en los conflictos norteños, y son numerosos los veteranos de esta legión que se establecen tras su licenciamiento en colonias hispanas como Asturica Augusta, Emerita Augusta y Caesaraugusta. Tras las guerras, y con sus contingentes bastante diezmados, la legión se establece en el campamento de Petavonium, donde va a encargarse de prevenir posibles rebrotes de lucha por parte de los Astures. Por lo que sabemos de las tradicionales tácticas militares romanas, el lugar elegido para el asentamiento estable de tropas debe situarse en zonas poco inestables, pero relativamente cerca de los focos de conflicto, de forma que su capacidad de maniobra sea instantánea, pero sin arriesgarse a posibles ataques por sorpresa.
La localización del campamento está atestiguada arqueológicamente en el término municipal de Rosinos de Vidriales, al sur de la carretera que une dicho pueblo con el de San Pedro de la Viña. Su recinto está en la actualidad cortado por la carretera que une Camarzana de Tera con La Bañeza. El nivel de las excavaciones es todavía muy superficial, por lo que los datos son muy escasos. Los que aquí voy a exponer se deben a D. Santiago Carretero Vaquero. El recinto tenía 550 m. de largo por 315 m. de ancho, con una extensión de 17,35 hectáreas. Las reducidas dimensiones del campamento, que albergaría unos 4.300 o 4.800 soldados, pueden deberse, por una parte, a las numerosas bajas que la legión hubo de sufrir en las recién acabadas guerras, y por otra, a la dispersión de sus efectivos. Los elementos legionarios debieron ocuparse, además de labores propiamente militares, a funciones administrativas, como lo atestigua su presencia en la recién creada colonia de Astúrica Augusta.
La permanencia de la Legio X en Petavonium se dilata durante un periodo aproximado de 84 años, los que van desde el 19 a.c., fecha del fin de las Guerras Cántabras, hasta el 63 d.c. en que Nerón la traslada fuera del territorio peninsular. Durante dicho periodo se constata la existencia de otros dos recintos campamentales en la comarca, esta vez de tropas auxiliares. Se trata del campamento de la Cohors IIII Gallorum, que debió situarse en las proximidades de Castrocalbón, y el de Valdemeda, situado en la comarca de La Cabrera, en el pueblo de Manzaneda, y que con toda probabilidad dio cobijo al Ala II Gallorum Sebosiana. Ambas unidades formaban parte de la Legio X Gemina, en calidad de tropas auxiliares.

La Legio VII Gemina y Felix

La caída de Nerón sobreviene con el alzamiento de Vindex en la Galia, al que se suman las tropas de la Tarraconense al mando de Galba, las de Lusitania con Otón al frente y las del legado del ejército de África L. Clodius Macer. Todo el occidente se puso frente a Nerón. Galba es proclamado emperador en Clunia (Coruña del Conde - Burgos) por la única legión que queda en Hispania en estos momentos, la Legio VI Victrix . Con ella y con la recién creada Legio VII, reclutada entre los hispanos, dirige sus pasos a Roma para tomar posesión del Imperio. Pero los pretorianos se ocupan de terminar con Nerón y Galba vuelve a Hispania. No vuelve con él la Legio VII que relevará a la Legio X en el Danubio, la cual a su vez regresará a Hispania, seguramente, según D. Santiago Carretero Vaquero, a su antiguo campamento de Petavonium. Galba es asesinado en enero del 69 y es proclamado emperador Otón, quien a su vez es pronto sustituido por Vitelio, el cual tampoco va a durar mucho al frente del Imperio. Las legiones de Oriente apoyadas por las tropas del Danubio, entre las que se encuentra la Legio VII Gemina, proclaman emperador a Vespasiano y derrotan a Vitelio en diciembre del año 69.
Con Vespasiano se va a producir una nueva reorganización de los ejércitos en suelo hispano. Desaparecen del territorio peninsular las tres legiones que hay en él y desde el año 70 al 74 sólo permanecen en Hispania dos alae y cinco cohortes.
En el año 74 se produce la venida a la península de la Legio VII Gemina, la cual va a ser ya la única presente en suelo hispano hasta el fin del periodo romano. Su asentamiento será en Legio (León), seguramente sobre el antiguo campamento de la Legio VI Victrix. Sus funciones van a ser, no tanto militares, como de dirección de las explotaciones mineras, así como de construcción de puentes, calzadas, etc....
Algunas unidades de esta legión debieron permanecer algún tiempo en el antiguo campamento de la Legio X en Rosinos de Vidriales, como lo atestiguan ciertos restos arqueológicos encontrados en el lugar.

El Alae II Flavia Hispanorum Civium Romanorum

El conjunto de labores encomendadas a la Legio VII es compartido por un grupo de unidades auxiliares que se asientan en el Noroeste peninsular, y cuyas funciones van a estar íntimamente ligadas a la minería del oro. Una de estas unidades va a ser el Ala II Flavia, creada seguramente por Vespasiano. Su asentamiento en Rosinos de Vidriales debe corresponder al último cuarto del S. I d.c., coincidiendo aproximadamente con la llegada a León de la Legio VII.
A mediados del S. II , en tiempos de Antonino Pio, el Ala junto con otras unidades de Auxilia acantonadas en Hispania y la Legio VII, participan en los conflictos bélicos de Mauritania, estableciéndose en Lambaesis. Su estancia fuera de la península no debió ser muy prolongada, y seguramente para el año 158 ya está de nuevo en su emplazamiento zamorano donde permanecerá por lo menos hasta el año 252.
A partir de este momento desconocemos cuál fue la ocupación del campamento militar de Petavonium. En tiempos tardorromanos, finales del siglo IV o principios del V, la Notitia Dignitatum nos dice que pudo ser el asentamiento de la Cohors II Flavia Pacatiana, aunque se desconoce la posible fecha de su llegada a tierras zamoranas, así como si este hecho tuvo que ver con la salida del Ala II Flavia hacia Oriente.
Los hallazgos arqueológicos, tanto cerámicos como de pequeños bronces y recipientes de vidrio, permiten asegurar la ocupación tardorromana del campamento de Rosinos, según D. Santiago Carretero Vaquero, sin que ello permita atestiguar la presencia de la Cohorte II Flavia en el mismo. Lo que si parece demostrable es la escasa importancia numérica del asentamiento en estas fechas.

miércoles, 21 de marzo de 2007

domingo, 18 de marzo de 2007

La romanización de La Carballeda


Los mecanismos de romanización

Mientras que más de la mitad de la península lleva casi dos siglos bajo la dominación romana, y los pueblos vecinos del sur ,tras las guerras celtíbero-lusitanas, unos cien años sometidos al yugo de Roma, nuestra región comienza ahora su contacto con el Imperio.
Durante el periodo republicano el principal medio de romanización fue la colonización. Numerosos contingentes de Itálicos van a establecerse en la península, unas veces son licenciados de las legiones, otras hombres de negocios, y otras simples colonos agricultores o mineros.
Sin embargo, en todo el norte y noroeste peninsular va a ser muy escasa la creación de colonias y municipios. Las vías de romanización van a ser aquí muy distintas, centrándose sobretodo en la influencia del ejército y las explotaciones mineras.
No obstante, una de las pocas colonias de veteranos del norte peninsular no va quedar muy lejos de nuestro territorio. Se trata de Asturica Augusta (Astorga), fundación de Augusto, tras las Guerras Cántabras, sobre un antiguo campamento del ejército, y donde se asentarán muchos de los veteranos de las susodichas guerras tras su licenciamiento.
Dado el carácter poco evolucionado de estos pueblos, que hasta ahora han vivido casi aislados de influencias culturales mediterraneas, la política del Imperio se va a limitar a conseguir su pacificación y la explotación de sus recursos mineros. La consecución de estos objetivos no va a precisar la disolución de las estructuras sociales indígenas. La mayor parte de la población va a continuar con su forma de vida tradicional, e incluso las clases más poderosas, siempre más abiertas a los influjos romanizadores, siguen manteniendo su particularidad cultural, aunque imitando los modos romanos.
En estas tierras no se produce la fusión cultural que aconteció en el resto peninsular. Aquí van a coexistir durante siglos las dos culturas, siendo en muchos casos mayores las divergencias que los puntos de contacto.
No obstante, algunas zonas fueron más permeables que otras a la fusión étnica y cultural. Los centros administrativos (Astorga) , mineros, nudos de comunicaciones (mansio), y los asentamientos militares, van a ser centros de influencia romanizadora muy importantes, así como el servicio en el ejercito de contingentes de indígenas.
Seguramente la latinización de estos pueblos deberá esperar a la llegada del cristianismo, verdadero motor de la romanización intensiva del noroeste. Los galaicos, astures, cántabros y vascones son las únicas etnias que conservan su denominación en los albores de la Edad Media.

La participación hispana en las legiones romanas

En un principio las legiones romanas están compuestas exclusivamente por elementos nativos de Roma. La propia ciudadanía conlleva la obligación de servir en las legiones y se nutren básicamente entre la clase media ciudadana, pues están excluidos del servicio militar los proletarii (ciudadanos romanos que no están censados). A partir del año 125 a.c. el acceso al censo se dulcifica, por lo que entran a formar parte de las legiones individuos que antes eran rechazados. Paulatinamente y a medida que crece la dominación romana el ejercito se va proletarizando. De esta forma, en el S. I a.c. las legiones están formadas por los elementos más pobres de la sociedad romana que se enrolan en el ejército en busca de una paga, posibles botines y con la esperanza de conseguir tras la licencia un buen lote de tierras. Con el paso del tiempo, la ciudadanía romana se va extendiendo, con lo que entran a formar parte de las legiones muchos ciudadanos no latinos.
No obstante, el ejército romano no sólo se componía de legiones. Éstas se complementaban con unidades especiales de auxilia llamadas cohortes si eran de infantería y alae en el caso de que fueran de caballería. En estas tropas auxiliares sirvieron en un principio contingentes de pueblos que Roma fue conquistando en la Península Itálica, los socii. A partir del año 89 a.c. estos pueblos consiguen la ciudadanía romana con lo que tienen vía libre para entrar en las legiones. Desde esta fecha serán la base humana fundamental de las mismas. Las tropas auxiliares se reclutarán, a partir de ahora, en las provincias, entre la población indígena, y serán una de las bases fundamentales de la romanización.
Por lo que se refiere a la Península Ibérica, en un primer momento estas tropas auxiliares son reclutadas en las zonas más romanizadas, las que podríamos considerar como Iberas, o no célticas. Posteriormente, estos pueblos más romanizados comienzan a adquirir la ciudadanía romana y sus contingentes son utilizados para engrosar las legiones. Será a partir de los tiempos de Augusto cuando los pueblos de origen celta comiencen a formar parte de las tropas auxiliares regulares del ejército romano.
Hasta entonces la colaboración de algunos pueblos célticos con Roma se había producido de forma esporádica y en momentos puntuales, según las necesidades de cada situación. Estas tropas cesaban su relación con los ejércitos romanos una vez concluida la situación de conflicto que requería de su ayuda, conservando su armamento particular y peleando como sabían, sin ningún adiestramiento táctico romano. A partir de Augusto esta situación cambia y las tropas auxiliares de pueblos celtas entran a formar parte del ejercito regular romano como cohortes de auxilia, alae o tropas mixtas, que ahora pelearan con el armamento y las tácticas romanas. Este hecho tiene mucha transcendencia en el proceso romanizador, pues va suponer un importante medio de escape para los excedentes de población que se producen en las zonas más pobres. Muchos de estos soldados volverán a sus lugares de origen latinizados, más o menos enriquecidos, pero con un alto prestigio personal ante sus paisanos.
El reclutamiento de las tropas auxiliares se hace atendiendo a la organización gentilicia de estos pueblos, como lo indica el nombre de muchas de ellas, lo cual no debe entenderse como un mantenimiento de sus estructuras dentro del ejército romano, sino más bien, como un mecanismo de alistamiento por el que estas tribus se vinculan al Emperador mediante un juramento de fidelidad en función de la institución de la clientela.
Se atestiguan 15 unidades de Astures, que si bien en un principio sirvieron en lugares próximos a su lugar de origen, pronto fueron enviadas lejos de su tierra.
Esta aportación militar hispana va atener su mayor auge en tiempos de los Flavios, a partir de la reforma de Vespasiano. Numerosos contingentes de hispanos van a formar parte de las legiones, y una gran mayoría va a proceder del norte peninsular, la zona más pobre. No siempre se respetó el precepto legal de ser ciudadano romano para servir en las legiones y a partir de Vespasiano se van a confundir en Hispania la ciudadanía romana con la latina. Ésta debió ser una de las razones más poderosas de Vespasiano para extender el derecho de latinidad a toda la península: la posibilidad de reclutar legionarios entre los hispanos menos romanizados de la península.
Pero la principal aportación de estos pueblos al ejercito romano se hará a través de las unidades auxiliares, que a partir de Vespasiano van a ser fundamentalmente cohortes. No obstante, se seguirán manteniendo unidades de caballería. En Hispania permanecerán dos alae, una de ellas, precisamente creada en estos tiempos, tendrá su asentamiento muy cerca de La Carballeda, en el Valle de Vidriales. Se trata del Alae II Flavia Hispanorum Civium Romanorum. Para el alistamiento en las unidades auxiliares no se exigía la ciudadanía, sin embargo y sobretodo a partir de Vespasiano, se constata la presencia, principalmente en las alae, de muchos hispanos ya ciudadanos antes de su alistamiento. En todo caso y tras 25 años de servicio todos eran licenciados como ciudadanos de pleno derecho.

lunes, 12 de marzo de 2007

Las guerras cántabras



La crisis que se produce en el Imperio Romano como consecuencia de la muerte de Julio Cesar, es aprovechada por las tribus montañesas de Astures y Cántabros para saquear y asaltar a sus vecinos con cierta libertad. Su economía, de mera subsistencia, les obligaba a vivir del pillaje y la guerra, incluso como mercenarios de Roma.
Sus incursiones hacia el sur son cada vez más osadas, llegándose incluso a hablar de la posible intención de estos pueblos de crear un estado independiente de Roma, conspiración en la que, de ser cierta, tuvieron que colaborar otros pueblos más evolucionados, como los vacceos. Sea como fuere, no parece que la situación de los pueblos cerealísticos de la cuenca del Duero fuera muy estable. De hecho, los Vacceos comparten con los Astures los momentos iniciales de la lucha contra Roma.
El Imperio necesitaba imponer La Pax Romana en la cuenca norte del Duero, la cual, por otra parte, nunca se había conocido por estas tierras. Además, Augusto precisa incrementar su prestigio personal en Roma, deteriorado tras las guerras civiles, con una victoria militar de importancia sobre los pueblos bárbaros. Éste será el principal motivo de su estancia en la península al frente de las legiones. Por último, Roma ya tiene noticias de la riqueza minera del norte peninsular, y quizás sea ésta una de las más importantes razones que impulsa su intervención militar en la zona. Por lo menos va a ser la principal causa de la presencia, durante siglos, de las legiones romanas en la zona y, por tanto, el principal impulso para la romanización del noroeste peninsular.
La situación no podía ser más clara, era necesario destruir la capacidad ofensiva de los pueblos norteños y poner en funcionamiento la explotación de los recursos económicos de las tierras por ellos dominadas. Si a ésto añadimos la necesidad que tiene Augusto de un enemigo al que vencer, la guerra está servida.
Las Guerras Cántabras se desarrollan entre los años 29 al 19 a.c., y han de suponer un cambio radical en la vida de los pueblos conquistados, que hasta el momento no habían conocido la dominación romana.
Si bién desde el año 35 parece que hubo enfrentamientos con cántabros y astures, la primera campaña de importancia debemos fecharla en el año 29, cuando Statilio Tauro, legado de Augusto, celebra en Roma su victoria sobre vacceos, cántabros y astures. Tras esta primera campaña, los pueblos rebeldes se refugian en las montañas donde los romanos todavía no se atreven a penetrar. Tras unos años de preparativos y en los cuales las legiones sólo deben intervenir para contener a los pueblos montañeses en sus incursiones, llega en el año 26 el ataque más importante. Incluso el propio Augusto interviene en la campaña. La resistencia cántabra queda gravemente dañada. No obstante, hasta el año 19 se siguen produciendo enfrentamientos de importancia, como la conquista de Lancia(Villasabariego) en el año 25 por Carisio. La resolución del conflicto llegaría de manos de Agripa, quien con no muy buenos modales erradicó la resistencia a Roma de la península. Al respecto de los modales de Agripa son espeluznantes los relatos de Orosio, Estrabón y Dión Cassio. Por fin podemos hablar de "Pax Romana" en toda la península.
No conozco ninguna referencia a la comarca de La Carballeda durante estas guerras, pero supongo que entra plenamente dentro de los dominios de Roma a partir del año 29, tras la victoria de Statilio Tauro, pues los enfrentamientos posteriores a esta fecha se localizan en regiones más norteñas. De todas formas, no creo que en nuestra zona hubiera una gran resistencia al Imperio Romano. De un lado, probablemente no estuviera muy poblada, por lo que su poderío militar no debía ser muy importante, sobretodo si a ésto añadimos la más que probable fragmentación política de sus escasos habitantes. De otro lado, sería interesante valorar la influencia vaccea sobre estos territorios, sobretodo a través de la trashumancia estacional de ganados.

miércoles, 7 de marzo de 2007

El lazo azul

A la vista de la utilización, por parte del Partido Popular, de un símbolo que nació con un signifcado bien distinto del que ahora le quieren dar, creo que sería conveniente hacer un poco de historia sobre el citado lazo azul, que para empezar no es un lazo sino la representación de la "A" inicial de "askatu" (liberar).
Para conocer los orígenes del símbolo y de su primer significado os recomiendo la lectura del comunicado de prensa que ha hecho "Gesto por la Paz".
En memoria de todos aquellos que se lo pusieron, sobretodo en el Pais Vasco, donde la cosa no era nada fácil.

lunes, 5 de marzo de 2007

La Casa de Juntas de Avellaneda


Ubicada en el municipio de Sopuerta (Bizkaia), en la linde con el de Zalla, se encuentra este simbólico edificio que alberga desde 1933 el Museo de las Encartaciones. Su estratégica posición , bajo el monte bocinero de Kolitza (desde donde con una bocina de asta de toro, que podemos ver en el museo, se convocaba a juntas), y al pie de la antigua calzada que unía Pisoraca (Herrera de Pisuerga) con Flaviobriga (Castro Urdiales-Cantabria), nos hace pensar en la importancia que el lugar ha debido tener, desde un punto de vista político, desde muy antiguo.
Aunque la existencia de las Juntas de Avellaneda sólo se documentan a partir del S. XIV, podemos sospechar de su existencia desde muy antiguo, aunque nada podemos decir sobre su significación ni su ámbito de influencia.
Las Juntas se celebraban al aire libre, alrededor del Roble Foral, y la asistencia debía ser masiva, a juzgar por las 120 personas que acudieron en 1.406 de sólo tres municipios. Similar costumbre podemos rastrear en el municipio encartado de Arcentales, donde todavía se conserva el Rebollo del Concejo (el actual es hijo del de Gernika) y la piedra que servía de mesa en las reuniones. Peor suerte corrió el de Avellaneda, quemado por las tropas francesas en el transcurso de la Guerra de la Independencia.
La primera noticia que tenemos de un edificio en el solar de Avellaneda data de 1.535, cuando conocemos la existencia de una carcel en el lugar. Tras sucesivos avatares durante los tres siglos siguientes, a principios del S. XX , el edificio, en ruinas, se restaura y se utiliza como cuartel de Miñones (guardia foral) hasta 1.932 en que se vuelve a reformar para darle su actual uso como Museo. Las últimas obras son recientes, de los años 1.992 y 93, en que se amplía, a mi juicio torpemente, y adquiere su aspecto actual. La parte más antigua que se conserva es la fachada principal, del S.XVII, con el escudo de Las Encartaciones.
En el interior del museo podemos hacer un recorrido por las distintas etapas de la historia de Las Encartaciones, desde las pinturas rupestres de Carranza y Galdames hasta los usos agrícolas más recientes, perdidos en nuestros días; pasando por los megalitos, tan abundantes en la comarca, el Miliario de Maximino, una reprodución de la necrópolis tardoantigua de Ranes, maquetas de las Casas Torre, etc.....



En el exterior, aparte del edificio del museo, podemos observar los restos de la calzada romana Pisoraca-Flaviobriga, recientemente excavada, y la pintoresca Ermita del Angel, donde hasta hace poco se conservaba el aludido miliario de Maximino, hoy en el interior del museo.