sábado, 17 de octubre de 2009

Breve historia de los castratti - La práctica de la eviración

Orígenes

La Biblia y otros escritos de la antigüedad prueban que la castración es antiquísima. Se cree las tribus, tras proclamarse vencedoras en una batalla, cortaban los genitales de sus adversarios para que estos no pudiesen reproducirse. En una época más conocida como la del Imperio romano o la civilización griega, se sabe que el comercio de eunucos era ampliamente practicado. Incluso hubo cultos religiosos, como el de Cibeles, que exigía a sus sacerdotes la autoeviración. La iglesia cristiana, sin embargo, criticó desde sus inicios esta práctica. Durante los primeros siglos fue una conducta perseguida, como puede verse en los casos de Orígenes o Leoncio de Antioquía. Aún asi, debido a la influencia del mundo árabe, donde era muy común que un eunuco cuidase de la castidad de las mujeres del haren del sultan, poco antes de su conquista Constantinopla utilizó castrados en los cantos de sus celebraciones religiosas cristianas. Como veremos mas adelante, la iglesia occidental terminó también por contratar castratti para la realización de las partes del cantus en la música sacra.

Proceso y cambios conseguidos

Pero ¿como era el proceso de castración de un niño? Y ¿como se llegaba a ese punto? Es innegable que las castración se practicaba en cualquier parte, tanto en hospitales como en locales clandestinos, cuyas prácticas eran conocidas por todos aunque no estuviesen anunciadas. Estos locales eran sobre todo de barberos. Tanto en los hospitales como en las barberías, la anestesia solía ser un problema grave. Muchas veces se tomaban brebajes con opio para rebajar el dolor, aunque los más comun era someter al paciente a una especie de “coma” apretando las carótidas y sumergirlo en agua fría, para aplacar de ese modo el dolor y evitar la hemorragia. La operación era muy peligrosa, tanto en las óptimas condiciones de un hospital como en el sótano de una tienda. Dependiendo de quien practicase la operación, la mortandad se situaba entre el 10% y el 80 %. Nunca se realizaba antes de los siete años ni despues de los doce, por ser la etapa en la que los testículos estan desarrollados pero todavía no han comenzado su función glandular.
Además de provocar el peculiar cambio de voz, que nunca llegaba a ser masculina, esta intervención provocaba mutaciones psicológicas y morfológicas claves para la vida de la persona. Algunas características eran propias de todos los castrados, como la ausencia de la nuez de Adán y de vello. La estatura solía ser corta, dado que la castración se realizaba antes de terminar el crecimiento del niño. La mayoría de ellos podían tener relaciones sexuales, llegando muchos de ellos incluso al matrimonio. Lo que era variable era la “feminización” de cada sujeto. Al haber una falta de testosterona, las hormonas femenínas se hallaban sobreactivadas, lo que podía provocar por ejemplo un mayor o menor desarrollo de los senos. Las masa muscular se veía reducida, y se podía producir una acumulación de grasa en las caderas, muslos y cuello, que habitualmente desembocaba en una obesidad que se convertía en motivo de chanza para los observadores. Aunque hemos dicho que la estatura solía ser más pequeña, en algunos casos aumentaba considerablemente, factor incomodo a la hora de representar papeles femeninos. Esto era debido a la falta de testosterona, que puede hacer que la actividad de la hormona del crecimiento se dispare. Estos personajes solía tener además una larga vida, la cual no tiene todavía explicación médica. Aunque la operación no tiene nada que ver, muchas veces los castrados sufrían depresión nerviosa, debido a la situación social del castrato.
El cambio para el que esta operación era realizada es el de la voz. Un niño intervenido no experimentaba la muda o cambio de voz. Su voz se quedaba a medio camino entre la de niño y la de mujer, pudiendo ser contralto o soprano. La originalidad del castrato se da en la forma y disposición de la laringe. Si en el hombre y en la mujer se da un descenso de esta parte del cuerpo (más en los hombres), esto no ocurría con el evirado, de forma que sus cuerdas vocales estaban más cerca de los resonadores y por lo tanto tenían un sonido más brillante. Esta laringe se parecía mas a la de una mujer que a la de un hombre, debido sobre todo a su osificación, sus dimensiones y su angulación. A la vez, conservaba características de la laringe de un niño. Esta hibridez, sumada al ejercicio y la musculatura de las cuerdas, creaba un instrumento espectacular. Se dice también que su capacidad de respiración aumentaba, dado el aumento de la caja torácica. Si bien esto no es cierto, si que se producía un mayor efecto resonador.

¿Por qué se castraba a los niños?

Nadie fue responsable directo de la ascensión que tuvo este fenómeno. Respondió a una moda lanzada en cierta manera por la Capilla Pontificia (como veremos más adelante) y difundida por las catedrales y las iglesias con el pretexto del coro de niños. Una vez escuchados en Roma y las principales ciudades los primeros castrati, el entusiasmo del público fue inmediato. Otra medida que incitó esta práctica fue que Inocencio XI prohibiera la subida de mujeres a los escenarios de los estados pontificios. Al tener que ser interpretados los papeles femeninos por hombres, los empresarios vieron en los castratti el futuro del negocio. Además, la fama de castrados como Farinelli o Caffarelli, alentaba a más de un padre a sacrificar a alguno de sus vástagos. Los padres veían en sus hijos una oportunidad de salir de la pobreza. Es por ello que prácticamente todos los castratti procedían de familias humildes.
Si nos fijamos en los más grandes castratti del XVII y el XVIII, vemos que la mayoría provienen de Italia. Náoples, Apulia y Palermo, que eran las zonas donde más castratti llegaron a triunfar. El origen común de tanto cantante se debe en gran medida a la presencia de un maestro di musica particularmente eficaz. El maestro de capilla u organista descubría en ellos una sorprendente aptitud musical, y tras pedir el consentimiento de los padres, comenzaba la educación, variable en función del patrimonio de la familia. Pero el momento de la operación seguía siendo un momento incomodo. Aunque la iglesia toleraba el uso de castratti, no permitia la castración, tal vez para no sentirse del todo culpable de esa horrible práctica. Es por ello que se buscaban excusas, como accidentes o peleas de los niños para practicar la intervención. Parece como si todos los relacionados con el niño quisiesen buscar una salida a su mala conciencia.

La educación de los castratti

Con la operación no terminaban las preocupaciones de la familia. Conseguir una educación para el niño no resultaba tan fácil como parece. Una de las soluciones era entregar al niño a los reclutadores que pasaban por las ciudades por cuenta de príncipes y soberanos o contactar con los intermediarios encargados de colocar a los niños en escuelas de música. En Nápoles era frecuente que un barbero castrador se asociara con un colega de la capital para facilitar la incorporación del niño al conservatorio. La última solución era escribir directamente a los directores del conservatorio, aunque los huérfanos y pobres tenían más facilidades para entrar.
Los más famosos conservatorios se encuentran en Nápoles. Había en esta ciudad cuatro escuelas, sometidas a una dirección piramidal bastante rígida. Esta dirección, compuesta por hombres de la iglesia, era la encargada de que se cumplieran escrupulosamente los estatutos de los colegios. Tras una ceremonia de entrada, el alumno entraba al conservatorio como a un convento. Desde que se levantaba hasta que se acostaba, el alumno debía de pasarse la mayor parte del día cantando. En estos estatutos se ve además una característica interesante para este trabajo: los eunucos ocupaban un lugar aparte dentro de la academia. Si hay alguna regla que les concierna más que a los demás, es la de no poder pernoctar fuera del conservatorio, sobre todo por su valor, y por tanto, por las probabilidades de ser secuestrados. También es cierto que su alimentación estaba mejor cuidada o su ropa en invierno era más abrigada.


Bibliografía

P. BARBIER, Historia de los castrati, Buenos Aires, 1990

R. ALIER, Historia de la ópera, Barcelona, ma non troppo, 2002

PESCHEL, ENID RHODES, Medicine and Music: The Castrati in Opera , Opera Quarterly, 4:4 (1986/1987:Winter) p.21

Wistreich, Richard, 'La voce ? grata assai, ma...': Monteverdi on singing , Early Music, 22:1(1994:Feb.) p.7

KEYSER, DOROTHY, Cross-Sexual Casting in Baroque Opera: Musical and Theatrical Conventions , Opera Quarterly, 5:4 (1987/1988:Winter) p.46

Llorens i Cister, Josep Maria, La parte del 'Cantus' o soprano en la capilla pontificia, Anuario musical, 42 (1987) p.81

MEDINA, ANGEL, Los atributos del capón: imagen histórica de los cantores castrados en España, Madrid, Instituto Complutense de enseñanza musical, 2001

1 comentario:

Anónimo dijo...

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