sábado, 24 de enero de 2009

La escultura en la iglesia de San Nicolás de Bari, Bilbao - El retablo mayor

Se realizó entre los años 1752 y 1756, al igual que el resto de muebles y esculturas. Tiene una planta mixtilínea concavo-convexa, que con la ayuda de el movimiento y la rotura del entablamiento va a aumentar el dinamismo del templo. Realizado en nogal, está organizado en tres calles, predominando la central debido a su gran anchura y a que está enmarcada por cuatro columnas de orden gigante y capiteles mixtos. Debido al poco fondo del emplazamiento del retablo, las calles laterales son poco profundas, teniendo que utilizar peanas para la colocación de las imágenes. El ático tiene una forma semicircular adecuada a la forma del edicifio. La madera del mueble está sin policromar, excepto el sagrario y los adornos que son dorados. La cornisa está decorada con hojas de acanto y el tablamento con ovas y modillones1.

Parece que Martínez de Arce quiso desarrollar un “retablo cascarón” a la manera cortesana, más amplio y movido, pero la estrechez y la poca profundidad del presbiterio le impidieron realizarlo. El resultado es una obra más sobria que otros retablos conocidos en Bizkaia dentro de este estilo2.

El sagrario esta decorado con un templete de planta triangular de gran tamaño (alcanza la mitad del cuerpo principal) colocado sobre una grada de escalerillas. El sagrario en sí es un expositor rodante, es decir, de puertas que se abren girando. Todo este conjunto fue esculpido y dorado por José de Barrena.

La iconografía del retablo coincide con lo acordado con el escultor Juan Pascual de Mena3. En el banco encontramos unos bajorelieves de angelotes, representando la Justicia (balanza y espada) y la Esperanza (áncora). En el tabernáculo aparecen esculturas de San Pedro, San Pablo y Cristo crucificado. Rematando el templete hay un Padre Eterno flanqueado por dos angeles.

En el primer piso encontramos la imagen del titular, San Nicolás de Bari, de mayor tamaño que el natural. Aparece en actitud de bendecir, con un libro y tres bolas en la mano, haciendo referencia al milagro en el cual proporcionó la dote necesaria para casarse a tres hermanas. Los niños degollados que aparecen a sus pies recuerdan como resucitó a tres jóvenes que tras dormir en una carnicería fueron descuartizados y puestos en salazón. Flanqueando al santo aparecen San Lorenzo y San Vicente, con palmas para indicar su categoría de mártires, y encima de cada uno un relieve que representa el martirio sufrido por cada uno de ellos.

En el ático dos parejas de ángeles sujetan dos escudos de la villa de Bilbao, y junto a ellos aparecen la Caridad (niños) y la Fortaleza (columna) flanqueando un relieve que representa la matanza de los Santos Inocentes. Encima del relieve, una gloria con angelitos remata el retablo.

El artista supo dotar a San Nicolas de una mirada directa, amable pero segura, enmarcada en una larga cabellera y barba que parece flotar al viento. La polocromía es rica y profusa, como queriendo distinguirse del resto de esculturas por su importancia como titular. La movilidad de sus cabellos y sus ropajes son muy teatrales, no alejandose aún asi de las nuevas formas clásicas y académicas. La boca entreabierta es un gran logro del autor, que plasma de esta manera la fugacidad del momento captado. Los tres niños de la tiña son, como siempre con este artista, una gran obra maestra. En el ático encontramos a las dos virtudes. Ambas están comunicadas entre si, aunque sus juveniles rostros no lleguen a mirarse. Son un elemento muy barroquizante dentro de el equilibrio entre clasicismo y barroquismo de otras esculturas de la iglesia.

A los lados del titular encontramos a San Lorenzo y San Vicente. El primero de ellos recuerda al grabado del mismo santo que Mena realizó para la parroquia de Santa Cruz en Madrid. Aunque es una imagen serena, la teatralidad está muy presente. Con la mano derecha sostiene la palma y la parrila, símbolos de su martirio. Viste la dalmática que corresponde a su cargo eclesiástico. San Vicente es parecido a su compañero, llegando a poder ser indestinguibles de no ser por los elementos iconográficos que los diferencian. Los dos santos poseen una policromía muy rica.

En el sagrario aparecen las esculturas de un Cristo crucificado, San Pedro, San Pablo y el Padre Eterno. El crucifijo ocupa el nicho central justo debajo del patrón de la iglesia. La destreza a la hora de la fábrica de esta figura da muestra de los conocimientos que recibió en la Academia de San Fernando. Se puede comparar estilísticamente con el Cristo de San Jerónimo de Madrid, realizado algunos años después. Cuelga más que el madrileño, pero el madero es muy similar. San Pedro y San Pablo, de pequeño tamaño, siguen la tipología tradicional. El Padre Eterno es una de las figuras con más movimiento de la iglesia. Recuerda al San Andrés de Rascafría. Dios padre aparece con la bola del mundo y bendiciendo.

1Santisteban Zorrozua, Julen – pag. 346
2Santisteban Zorrozua, Julen – pag. 346
3La iglesia de San Nicolás de Bari. Bilbao. pags. 52-53

Bibliografía
GONZÁLEZ CEMBELLÍN, J.M.; CILLA LÓPEZ, RAQUEL; La iglesia de San Nicolas de Bari. Bilbao. Museo Diocesano de Arte Sacro de Vizcaya y Obispado de Bilbao. Bilbao.
2004.ZORROZUA SANTISTEBAN, JULEN; El retablo barroco en Bizkaia. Departamento de Cultura de la Diputación foral de Bizkaia. Bilbao. 1999.







No hay comentarios: