martes, 29 de abril de 2008

Regolla delli cinque ordini d'architectura


Giacomo Barozzi da Vignola (1507 - 1573) comenzó sus estudios artísticos en Bolonia, instruyéndose en el arte de la pintura. Aún así, como veremos, al entrar en contacto con el arquitecto Peruzzi comenzó a estudiar arquitectura, recibiendo la influencia de los tratados escritos por Alberti y Sangallo, y de toda la teoría de la arquitectura renacentista en general. A Vignola se le suele considerar como el puente entre el renacimiento y el barroco, y por eso muchas veces es considerado como manierista.


Como hemos dicho, tras estudiar pintura en Bolonia se trasladó a Roma. una vez allí empezó a trabajar para Peruzzi y Sangallo, sobre todo restaurando edificios y monumentos. En esta época llegó a ser nombrado secretario de la Academia Vitrubiana. Más adelante fue arquitecto de la familia Farnesio, y trabajó junto con Vasari en la construcción de la Villa Julia para esta familia. Junto con Ammanati construyó la Villa Farnesia de Carparola. También fue sucesor de Miguel Ángel en la construcción de la Basílica de San Pedro de Roma, a la cual añadió las pequeñas cúpulas de los laterales.

Uno de los mayores logros de Vignola, aparte de su tratado, fue el establecimiento de una nueva tipología de iglesia, acorde con las ideas de la Contrarreforma y las nuevas ordenes religiosas del siglo XVI. Este nuevo arquetipo de construcción pretende subrayar la figura del sacerdote atrayendo la atención del fiel hacia él, enfatizando de esta manera la importancia de los sacramentos en la Iglesia Católica frente a las ideas protestantes que los negaban. Este nuevo modelo de templo se aprecia muy claramente en la iglesia de Il Gesú de Roma, edificio que se convirtió en seña de identidad de las iglesias jesuitas, y gracias a ello este modelo se extendió por toda Europa. Haciendo un análisis superficial de este edificio, vemos como se trata de una iglesia de una sola nave, cubierta por una bóveda de cañón; de esta forma el eje llamado Via Sacra (linea imaginaria que va desde la entrada del templo hasta el altar) se ve reforzado, llevando la mirada del fiel hacia el altar, y por tanto, hacia el sacerdote y el sacramento.


Vignola, como arquitecto que era, también trabajo la teoría arquitectónica, y de este trabajo surgió uno de los tratados más importantes del renacimiento, y uno de los que más repercusión tuvo hasta el siglo XIX : Regolla delli cinque ordini d'architectura. Pero para entender mejor la importancia de este escrito, es necesario hacer un análisis de la situación de la arquitectura en la época de Vignola.


Cuando Vignola publicó su tratado, en el año 1562, el desarrollo de la arquitectura estaba en pleno apogeo. Durante el siglo XV, en la pintura por ejemplo, Alberti dejó articulada una teoría de la pintura con unas reglas definidas, pero esto no sucedió en la arquitectura, aunque hubo algunos intentos. El problema de la arquitectura renacentista se hallaba en las fuentes. El renacimiento tomó como modelo las ruinas griegas y romanas, y como fundamento teórico los libros de arquitectura de Vitrubio. Pero crear un corpus teórico basado en estos libros era muy complicado, ya que el Vitrubio conservado utilizaba un latín muy clásico, y los libro necesitaban un análisis filológico para hacerse inteligibles.


Así pues, entre 1483 y 1490 empezaron a surgir ediciones traducidas y explicadas de este tratado de arquitectura, con lo que también empezaron a proliferar trabajos interpretativos. En un principio, estos tratados hacían una lectura arqueológica del texto: más que adaptar los conocimientos al estilo actual, trataban de adivinar como era la forma de construcción de la época antigua. Este era un paso necesario para llegar a la siguiente etapa de la arquitectura: una vez conocida la teoría arquitectónica clásica, se podía construir una "gramática arquitectónica" nueva (renacentista), basada en los conocimientos griegos y romanos. Los teóricos se dieron cuenta de que los elementos básicos de este lenguaje eran los órdenes arquitectónicos (dórico, jónico,etc.). Uno de los primeros en advertir esto fue Alberti, pero no se atrevió sino a insinuarlo, tratando de dar a cada uno un significado y una importancia. El primer arquitecto que dio a los ordenes arquitectónicos una autoridad y significado propio fue Serlio.


Serlio pensaba que cada orden se correspondía con un valor, una emoción o una virtud. En función de estos significados, cada orden debía usarse en un lugar distinto de la construcción (por ejemplo, los que estuviesen relacionados con la fortaleza serían utilizados en la parte baja, para sustentar el edificio); además fue el primero en acompañar el texto con grabados explicativos. Pero a parte de significar los ordenes, Serlio no explicaba de que forma había que construirlos, con que proporciones y con que medidas, dejando tales cuestiones en manos del arquitecto. Vignola sí lo hizo.


El tratado de Vignola fue un gran adelanto para la arquitectura. Por medio de cálculos matemáticos, Vignola era capaz de adaptar cualquier orden a cualquier sitio y a cualquier medida siempre de forma proporcionada. Por primera vez en todo el renacimiento, existe un sistema para construir las columnas, los fustes, las volutas... La base de este sistema era la proporción establecida entre la base, la columna y el entablamento, que era de 4:12:3; por otra parte, subordinaba todos los elementos del orden al radio de la columna. De esta forma, cualquier elemento tenía su formula para calcular su tamaño.


Pero el pragmatismo de este tratado no se queda en las formulas. Al igual que Serlio, Vignola acompaño el texto con ilustraciones de capiteles, columnas, fachadas... De esta forma, los arquitectos empezaron a conocer el tratado de Vignola por la calidad de sus grabados más que por el sistema de proporciones. Esto permitió que el tratado estuviese vigente, aunque con notables modificaciones, hasta bien entrado el siglo XIX, en pleno neoclasicismo.

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