¿Era impresionista Vivaldi?
Cuando pensamos en el impresionismo musical, nos vienen a la cabeza artistas como Ravel, Debussy, Albeniz o Satie. En sus obras, estos artistas trataban de reproducir mediante los timbres de los instrumentos y las melodías, sensaciones y momentos concretos, así como los cuadros de Cezanne o Manet tratan de captar un instante concreto de la realidad. En cierta forma también eran simbolistas, ya que esa finalidad impresionista la buscaban por medio de figuras o “leitmotivs” melódicos; pero esta distinción nos daría para escribir otro artículo.
Para ver un ejemplo de lo que eran capaces de sugerir estos compositores, he elegido el cuarto movimiento de la suite de Ravel “Ma mere l'oye” (mi madre la oca), una obra que trata de recrear distintos cuentos infantiles; en el caso del cuarto tiempo, se trata de la historia de la bella y la bestia (“Les Entretiens de la Belle et de la Bete”) . El movimiento empieza con el suave sonido del clarinete y la base de cuerdas y vientos representando a la bella, como si se estuviese dirigiendo al castillo de la bestia. Pero en el minuto 1:06 irrumpe el contrafagot con los disonantes pizzicatos de la cuerda, representando la rudeza y fealdad de la bestia: mientras la armonía de la bella era suave y delicada, esta es dura e intrigante. La flauta, el oboe y el clarinete retoman el personaje de bella utilizando para ello partes de su tema..
Desde el minuto 2:00 hasta el 2:12 se acumula una gran tensión, una incertidumbre, simbolizando el dolor agonizante de la bestia por el abandono de su amada. Al resolverse la tensión, se entrelazan los dos temas, recordando el intento por parte de bella de revivir a la bestia. La tensión va a volver a acumularse en el minuto 3:00, pero esta vez la resolución va a ser más positiva: por medio de un glissando del arpa, la bestia se va a transformar en un bello príncipe, simbolizado por los armónicos del violín solista. Al final del movimiento, las disonancias van a recordar la antigua naturaleza de bestia del príncipe, pero finalmente el acorde perfecto mayor nos va a dar la seguridad de que la bella y la bestia vivieron felices y comieron perdices.
Pero, ¿no hizo Vivaldi algo parecido en su serie de cuatro conciertos para violín conocidos como “las cuatro estaciones”? En el verano nos representa la aridez del clima, incluyendo al final del concierto una tormenta con sus truenos y aguaceros. En la primavera nos recuerda el florecimiento de las plantas o el despertar de los pájaros. En el invierno, nos da cuenta de lo lento que pasa el tiempo, sin olvidar las ventiscas. En el otoño, trata de plasmar una estampa bucólica donde los agricultores y los pastores aprovechan los últimos días de calor antes de que llegue el invierno.
Vamos a centrarnos un momento en el invierno. El concierto empieza con unas disonancias que consiguen crear una tensión similar a la calma que precede a las tormentas, hasta que caen los rayos, rompiendo por momentos la calma. Finalmente, la tensión acaba explotando en una terrible ventisca. Por un momento parece que la tormenta no es tan importante, pero la nieve acaba cayendo. En el segundo movimiento, no es difícil imaginar a alguien viendo como van precipitándose los copos, simbolizados con los pizzicatos. El último movimiento es otra representación de la explosión de la tormenta.
En todos los conciertos sucede una historia similar. Si miramos la partitura, el propio Vivaldi en algunas ocasiones deja anotaciones para que el ejecutante sepa lo que quiere representar la música. Esto nos puede recordar a las explicaciones que músicos como Ravel o Debussy dejaban en sus composiciones. Como vemos, aunque casi 200 años separan estos dos periodos, Vivaldi también sabía crear atmósferas sensaciones, que muchas veces nos recuerdan a una música más contemporánea.
Por supuesto, hay que tener en cuenta que Vivaldi desarrolló su obra en el periodo barroco, en el que la armonía ni por asomo era tan libre como en el siglo XIX. Aún así, con una orquesta no muy rica tímbricamente, ya que solo usa cuerdas, consigue crear efectos como truenos o lluvia con los cellos y contrabajos, trinos de pàjaros con los violines, o ladridos de perros con las violas. Con todo, aunque Vivaldi sea claramente un compositor barroco, no debemos dejar de tener en cuenta que los elementos descriptivos que utiliza se acercan (insisto, siempre dentro de su estilo y en su época) a los que pudieron usar los impresionistas.
Y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, os dejo unas curiosas versiones de estos conciertos de Vivaldi.
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