martes, 3 de julio de 2007

La paradoja de los Alfonsos, reyes de España

Leyendo el otro día un artículo en Historiantes, hablaba Victor de la manipulación de la historia con fines legitimadores de situaciones políticas posteriores,y me vino a la cabeza un asunto que siempre me ha llamado la atención.
Se trata de las razones que avalan la adjudicación de un ordinal a los distintos reyes que en España han sido. Quizás se podría discutir sobre cuál de los diferentes reinos que han conformado la actual corona española debería ser el que cediera su historia para dar orden a los diferentes reyes, pero creo que sería una discusión demasiado grande para mis posibilidades. Aceptemos pues que el actual reino es heredero de las antiguas pretensiones expansionistas del primitivo reino de Asturias. Pues bién, aceptemos también que el posterior reino de León puede cumplir a su vez con el cometido de dar antigüedad a la actual monarquía. Pero es que ni aun así me salen las cuentas.
Si tomamos, por ejemplo, el caso de los diferentes monarcas conocidos por el nombre de Alfonso, me falta uno. Los tres primeros, Alfonso I, Alfonso II y Alfonso III serían reyes de Asturias. Posteriormente tendríamos como reyes de León a los que van desde el IV hasta el VII. Y es aquí donde se produce la paradoja, ya que se nos cuela de rondón el VIII, pues no hay ningún rey de León con el nombre de Alfonso y ordinal VIII. ¿Cómo se puede explicar este desajuste?. Creo que no tiene explicación posible, ya que con este rey se hace una excepción y se salta la dinastia de los reyes de León para meter en el listado al famoso rey castellano.
Tal vez no se podía dejar fuera de la lista de los reyes de España al vencedor de las Navas de Tolosa, máxime cuando el propio rey de León, curiosamente también llamado Alfonso, en este caso IX, no participó en la legendaria batalla. Es decir, que tenemos dos reyes de España, del mismo nombre, y gobernando al mismo tiempo, cada uno ocupando su lugar en la lista de los Alfonsos reinantes en España. Curiosa paradoja.
Pero bueno, dejemos las cosas como están que, de otra forma, quizás deberiamos hablar de Alfonso IX el Sabio, o deberíamos cambiar la letra de alguna canción y decir: ¿Dónde vas Alfonso once...?, y ya nada sería igual.

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