lunes, 30 de abril de 2007

Memorias anónimas del bombardeo de Gernika

Revisando las novedades de los blogs que suelo visitar, veo que en dos de ellos, Gentehistoria e Historiantes, se hace mención del 70 aniversario del bombardeo de Gernika. No es mucho lo que puedo aportar al acontecimiento histórico que no se sepa ya. Pero me parece un momento muy apropiado para contaros lo que le sucedió a Emilio, un testigo presencial de la tragedia.
Emilio era en el 37 uno de tantos soldados movilizados por la república y que, por avatares del destino,en el momento del bombardeo se encontraba en un monte a las afueras del pueblo arrasado por las bombas. Fue un testigo excepcional de aquellas trágicas horas.
-¡Fueron los alemanes!- comentaba siempre enfadado.
Esta privilegiada posición, como testigo anónimo, le iba, sin embargo, a poner en un difícil aprieto unos años después.
Emilio era minero, de los de pico y pala, pero sin embargo, mantenía una fluida relación con el ingeniero encargado de la mina, y en alguna ocasión habían hablado, con sinceridad, del tema que nos ocupa.
Una tarde de domingo llegó hasta su casa una de las criadas del ingeniero con el recado de que se pasara lo antes posible por la casa del señor. El aviso no era nada habitual, y menos las prisas. Así que Emilio cogió apresuradamente la boina y se puso en camino, no sin cierta preocupación.
Llegó a casa del ingeniero y una de las criadas le condujo al comedor. Allí se encontraban, bajo una espesa cortina de humo, un grupo de hombres, alrededor de la mesa, en animada charla de sobremesa. Entre los comensales abundaban los trajes de buen paño, aunque destacaban, seguramente por su vistosidad, un par de uniformes de Falange.
-Hola Emilio- le dijo el ingeniero
-Tú estuviste en Gernika cuando lo del bombardeo, ¿no?
-Si señor- contestó Emilio, al que ya empezaban a temblar las piernas
-¿Quienes tiraron las bombas?
Emilio no sabía dónde meterse y aquello debió notarse, bien sea por el largo silencio que se produjo en el salón, bien por la palidez en la cara del interrogado. El caso es que, fuera por lo que fuera, el ingeniero le insistió varias veces para que dijera la verdad sin temor.
-Los alemanes, fueron los alemanes- contestó Emilio sin atreverse a levantar la vista del suelo.
-Puedes irte Emilio
Por desgracia, hoy Emilio ya no recuerda estos sucesos que tantas veces contó a sus amigos.

4 comentarios:

Rosina Uriarte dijo...

Gracias por esta entrada. Yo soy gernikesa y te puedes imaginar la sorpresa al leer esto en UBH. Fue una tragedia que aún conservan fresca en la memoria quienes la vieron de cerca como mi padre... mucha de esta gente por desgracia ya no se encuentra entre nosotros. Pero es importante que estos testimonios no se pierdan del todo y que los conozcan las generaciones posteriores para que nunca más vuelva a repetirse semejante atrocidad. Gracias de nuevo.

Unknown dijo...

Hola Rosina, gracias a ti por el comentario.
También para mí ha sido una sorpresa, y un halago, que a alguien que ha vivido tan de cerca el desastre le parezca interesante esta entrada.
Quizás se pueda entender por el relato que Emilio ya no está entre nosotros, pero si que vive, creo que cuenta 94 años, aunque la memoria le va fallando y ya no recuerda según qué cosas.
Un cordial saludo Rosina.

Laura dijo...

Un post muy interesante,sí.
Debemos escuchar a la gente mayor que nos rodea, que siempre tiene cosas interesantes que contar y no debemos perderlas.
Un saludo.

Unknown dijo...

Hola Laura, me alegro de que te haya gustado el relato, y es cierto, no está de más escuchar un poco lo que cuentan los mayores, son experiencias que se marcharán con ellos y que, en definitiva, son las que hacen la historia de verdad.
Un saludo.