domingo, 25 de febrero de 2007

La tradición taurina en el valle encartado de Trucios(Bizkaia)


El municipio de Trucios, enclavado en la comarca vizcaína de Las Encartaciones (grosso modo, occidente de la provincia), tiene una extensión de 31,12 Kms. cuadrados. Es un estrecho valle, surcado de sur a norte por el río Agüera, cuyas aguas vierten al Cantábrico en la ría de Oriñón (Cantabria), tras haber sido enriquecido por las numerosas fuentes y arroyos que desembocan en su cauce al paso por el municipio encartado.
El terreno es abrupto y rocoso, con escasa superficie cultivable, predominando las praderas artificiales y los pastos en las laderas montañosas que lo circundan. La tradición ganadera del valle parece muy antigua, como atestiguan la estación pastoril de Betaio, con abundantes megalitos, en el cordal montañoso que limita el municipio por oriente, y la estación megalítica de Armañón por su frontera occidental. Zonas que, por otra parte, continúan aportando pastos a la cada vez menos abundante cabaña de vobinos salvajes de raza "monchina" que se crían en el pueblo.
La población del valle se agrupa en pequeños barrios que podemos dividir en dos grupos. Por un lado, los que se asientan en el fondo del valle (Basinagre, La Puente, La Iglesia, etc.....), y por otro, los que ocupan las laderas montañosas (Gordón, S. Roque, Cueto).
En cuanto a la arquitectura religiosa, encontramos en el municipio cinco edificios, la Iglesia Parroquial de San Pedro de Romaña y la ermita del Cristo en el fondo del valle, la Ermita de la Trinidad en Gordón, la de La Caridad o Santa Isabel en Cueto y la de San Roque en el barrio homónimo. Todas estas capillas, salvo la del Cristo, se hallan acompañadas por sendos cosos taurinos, totalizando un total de cuatro plazas en la actualidad, habiendo desaparecido los conjuntos documentados de Santiago y San Joseph.
La tradición taurina en Trucios sólo está documentada a partir del siglo XVII, fecha para la cual la fiesta está totalmente asentada. Se desconoce el modo de lidia de los toros en aquellos tiempos, aunque si se sabe que para cada una de las fiestas correspondientes a cada Santuario se corría al menos un toro de muerte, el cual era troceado y repartido entre los vecinos previo pago de su valor, según nos cuenta Sofía Alvarez en su monografía sobre el valle. El dinero así recaudado se destinará en diversas ocasiones a la mejora de la ermita y coso, como queda atestiguado en 1.790 para la Ermita de San Roque, en acción de gracias al Santo por "los muchos beneficios que experimenta esta comunidad en la mitigación de enfermadades". Asimismo, en fecha tan reciente como 1.865, se hacen rogativas al Santo y se reconstruye el coso taurino anejo, a causa del temor que produce en la población la extensión del cólera morbo que ya ha afectado a otras poblaciones del entorno.
La lidia de toros sólo se mantiene en la actualidad en la plaza central de San Pedro de Romaña, habiendo desaparecido de los demás cosos, aunque la tradición se mantuvo hasta mediado el S. XX.
Por la mañana el toro era recogido del monte por los vecinos del valle, ayudados por perros de presa (villanos), y trasladado al respectivo coso taurino donde, por la tarde, sería lidiado y muerto por otro vecino del propio pueblo.
Poco o nada se sabe sobre la antiguedad de las ermitas, calificadas en su obra actual como de Barroco Popular, pero de gran pobreza arquitectónica, salvo la de La Caridad. La referencia más antigua es para la Iglesia de San Pedro, construcción datada en el año 1.521, aunque nos es conocida la existencia de un templo con la misma advocación desde al menos el siglo XIV, así como la existencia de población en Cueto, desde el S. XII, existiendo un total vacio documental y arqueológico para la epoca romana, tardoantigua y altomedieval. Quizás no estuviera de más la excavación de alguno de estos conjuntos que tal vez pudieran alumbrar un poco la historia de esos siglos no sólo a nivel local. A este respecto, conviene resaltar que este tipo de tradición también existe en los vecinos pueblos encartados, así como en los limítrofes cántabros. Por otro lado, son famosas las cercanas plazas de toros de Santoña y Castro Urdiales, al igual que los encierros de Ampuero.

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