Doña Jimena Muñiz, amante de Alfonso VI y madre de doña Teresa de Portugal
Es sobradamente conocida la dilatada vida sentimental de Alfonso VI de León, quien llegó a desposarse canónicamente en cinco ocasiones.
Inés, Constanza, Berta, Isabel y Beatriz, son los nombres correlativos de sus cinco esposas. Pero además, tuvo el monarca dos amantes conocidas, la primera de ellas, Jimena Múñiz, es el objeto de esta sucinta biografía. La segunda, de origen musulmán, se llamó Zaida.
Lástima para las revistas del corazón que llegaron mil años tarde a estos jugosos sucesos. No obstante, su azarosa vida amorosa sí ha dado, al menos, material suficiente para escribir una novela por entregas, publicada en el año 1862, de la mano del romántico nacionalista y fecundo escritor D. Manuel Fernández y González, obra que llevaba por título: “Los amores de Alfonso VI”.
Y uno, que pensaba que la moda de la novela “best-seller” pseudohistórica era un invento reciente, debido a las sesudas y calenturientas mentes educadas en las más refinadas técnicas de las ciencias del marketing, debe reconocer, una vez más, que, en lo referente a vender, ya está todo inventado desde hace tiempo.
Pero sigamos con lo nuestro. Tuvo relaciones amorosas, el rey Alfonso, con esta Dª Jimena entre los años 78 y 80 del siglo XI, y fruto de las mismas nacieron dos hijas: Elvira y Teresa. La primera casará con Raimundo de Saint Gilles, y sobre su vida ya escribí en un artículo anterior de este blog. La segunda, casada con Enrique de Borgoña, heredará de su padre el condado de Portugal, y su hijo, Alfonso Enríquez, será coronado como primer rey del país vecino.
Quizás las intenciones del monarca leonés, en sus relaciones con la dama, fueran las de culminarlas con el matrimonio, y en este sentido se expresa D. augusto Quintana Prieto en el monográfico que sobre la vida de esta señora publicó: “Como resumen de todo esto podemos llegar a la conclusión siguiente: La unión de Alfonso y Jimena fue totalmente ilegítima y sin justificación posible delante de una buena conciencia cristiana. Pero sí parece que hubo cierto intento de matrimonio, que acaso hubiera llegado a cristalizar en la legitimación de aquellas relaciones, a no haber mediado un impedimento de afinidad, del que el romano pontífice no estaba dispuesto a otorgar la dispensa necesaria para que el matrimonio pudiera ser contraido”. Como vemos, interviene el papa Gregorio VII, y le amonesta al rey con estas palabras que reproduzco del artículo de D. Augusto, quien las toma del P. Flórez: “...se aparte por completo de la unión ilícita que has intentado con una consaguínea de tu esposa”. Sin embargo, no todos los autores creen que esta conminación del papa se refiera a Jimena. Piensan algunos que se refiera más bien a su segunda esposa, Constanza (A. Linage Conde), o incluso a alguna otra amante (Flórez y Escalona), de nombre desconocido.
Pero sea como fuere, ¿quién era esta dama, supuesta pariente de Dª Inés?. Todo parece indicar que era hija de un noble berciano llamado Monnio Muñiz y de su esposa, de nombre Velasquita. Al parecer, este magnate, conde que frecuenta la corte, ostentó las tenencias de El Bierzo y de Astorga. Serían hermanos de Jimena, según D. Augusto, Marina, García, Pedro y Pelayo Muñiz. Del llamado Pedro, tenente de Losada, sabemos que nació en Corullón y que allí levantó con su padre una iglesia dedicada a San Esteban, consagrada en el año 1086, y que luego él reedificó en el año 1100. Partes de esta iglesia románica se conservan actualmente, así como la lápida donde constan todos estos hechos.
Pero no destaca sólo esta mujer por sus relaciones sentimentales con el monarca leonés, sino que resalta además por ser, probablemente, la única mujer que, junto con su hija Elvira, no perteneciendo a la familia real, en estos tiempos medievales, aparece al frente de una tenencia.
Detenta, en primer lugar, la tenencia del castillo de Ulver (posteriormente conocido como Cornatel), al frente de la cual se mantiene desde 1093 hasta 1107. Pero también la vemos al frente de Astorga en el año 1099, y supone D. Augusto Quintana que también en años anteriores, desde 1081, hubo de detentarla, ya que en la mayoría de ellos no aparece tenente en la documentación. Y del mismo modo, la vemos al mando del Bierzo en los años 1095 y 1099, pudiendo suponer que la regentó, al menos, entre ambas fechas.
Murió la dama, seguramente septuagenaria, en el año 1128, siendo enterrada en el Monasterio de San Andrés de Espinareda, dejando escrito sobre su tumba el siguiente epitafio:
"Yo, llamada Jimena-presérveme Dios del castigo-fui amiga del rey D. Alfonso durante su viudez. La opulencia, la hermosura, la nobleza, las prendas, la amena cultura de los modales, me prostituyeron al tálamo del reinante. A mí y al rey juntamente obligáronnos a pagar el mortal tributo los hados implacables, que todo lo pulverizan. De mil y doscientos quita treinta y cuatro, sabrás la era de mi fallecimiento"
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