viernes, 26 de junio de 2009

Iruña-Veleia ¿verdadero?, por Xabi Otsoa de Alda

Gracias a la aportación de Koenraad van den Driessche en TA, me he enterado de este artículo aparecido en en el Diario de Noticias de Álava, y firmado por Xabi Otsoa de Alda. Dada la claridad de su exposición, con la que estoy totalmente de acuerdo, he decidido publicarlo, y en la medida de mis posibilidades, darle un poco más de publicidad. Ahí va:

"En el momento en que la comisión encargada de estudiar los grafitos aparecidos en Iruña-Veleia concluyera sobre su falsedad, después de un tiempo de supuesta discusión académica, además de una gran decepción, me acompañó una sensación de descarga y alivio porque se acababa la incertidumbre. Sin embargo, el mantenimiento de la veracidad y cronología de lo encontrado por parte de los antiguos responsables de la excavación y las primeras incongruencias que partían de los que han considerado las inscripciones como falsas, han hecho que nos interesemos nuevamente por el tema. Además de esto, una primera reflexión apuntaba a una evidencia clara; la cantidad de palabras e iconos con el amplio número de piezas, y la mezcla de aspectos eruditos con realizaciones más infantiles y, a veces de apariencia grotesca, imposibilitaba que se hubiera realizado con la intención de engañar y de sacar un beneficio posterior. Si en una anterior intervención en prensa ya postulaba la posibilidad de que muchas de las inscripciones fueran ciertas, y que sólo una pequeña cantidad hubieran sido colocadas para envenenar el proyecto y perjudicarlo, hoy es el día en el que, a la luz de novedosas aportaciones y de mis conversaciones con ex responsables, mi opinión es otra. Una de las más interesantes aportaciones a las que me refiero viene por parte del doctor en geología Koenraad Van den Driessche, a partir de las evidencias físicas que se deducen de las fotografías de las ostracas y de las que, según él, constata indicios que deberían necesariamente haber sido investigados y no se ha hecho, llevándole a suponer que no son falsificaciones: comparación entre sedimentos de surcos y su lugar de origen; profundidad y limpieza de trazos que sugieren una realización anterior a la cocción; presencia de costras carbonatadas o de raíces que invaden incisiones y que implicarían cientos de años en su fijación... A esto hemos de unir la opinión de otra corriente filológica contraria a la planteada desde la UPV y de la que contamos ya con un informe de la mano de Juan Martín Elexpuru, doctor en Filología Vasca. Concluye, después de razonar y rebatir cada una de las supuestas imposibilidades planteadas por los miembros de la comisión, que éstas son perfectamente posibles para la época propuesta. Además de otros apoyos de prestigio con los que ya cuentan los antiguos directores del yacimiento y que estoy seguro irán dando a conocer, creo que será también determinante la presentación de los contenidos que rebaten los supuestos anacronismos en los que se han basado sus acusadores y donde se pondrá de manifiesto que los ejemplos, hasta un 90% de lo propuesto como imposible para época romana, cuentan con similitudes para el mismo periodo e, incluso, anteriores. Si se ha errado en esta cuestión fundamental por parte de la comisión, siguiendo la línea marcada hasta el momento, a lo mejor deberíamos pedir que devuelvan el dinero. Los pocos aspectos más difíciles de interpretar entran en la lógica aportación novedosa que un hallazgo de este volumen pudiera contener y cuentan, además, con explicación razonada y viable. Si la pretendida discusión académica se hubiera producido como debiera hoy nos encontraríamos en otro estado de la cuestión. Se nos ha querido hacer creer que la falsedad está probada, cuando no es así; ni siquiera el informe químico lo ha hecho. Las críticas, muy mediáticas, utilizadas hasta ahora contra los ex directores del yacimiento esconden las más de las veces despropósitos e irrealidades. Un miembro de la comisión reconoció al antiguo equipo que no se puede leer Descartes , algo evidente para cualquiera, y sin embargo, lo ha seguido utilizándolo públicamente. Lo mismo ocurre con la supuesta carencia de titulación del técnico que interpretó para Lurmen los análisis de pátina; correosos medios locales han seguido utilizándolo pese a haberlo visto con sus propios ojos; en otra ocasión, ante la queja de no equilibrar su información, la contestación fue algo así como que el trinomio Euskera-Álava-Época Romana no interesaba unirlo y que ya sabía dónde tenía la puerta. Los informes enviados a los expertos iban ya antecedidos que se trataba de falsificaciones; aún así, éstos constatan el buen trabajo arqueológico, pero esto se traduce con el sentido contrario. El tema de los tres arqueólogos que se fueron está perfectamente contestado en la web de los ex directores, y del asunto del pegamento y la letrina no merece hablar por el patetismo que encierra. El día de presentación de las conclusiones de los expertos sólo estaba registrada una. Desde el antiguo equipo se pidió desde un principio una nueva excavación de control, y la opinión de expertos internacionales, y se hizo caso omiso, etc. Elementos extracadémicos han sido añadidos a la consideración de falsedad, imagino que honesta, para crear un gran gigante mediático que ha querido dar por cerrado el caso: la élite filológica que puso en duda los hallazgos reconoce que su gran preocupación era su prestigio profesional a la hora de defender algo tan incómodo ante la comunidad científica, además de lo que supondría para sus teorías; la idea de una vasconización tardía de Álava después de caer el Imperio Romano pesa mucho en algunos. Además, a la UPV se le puede cumplir el sueño de hacerse con el yacimiento, así como a alguna Institución; la idea de centralizar y controlar a todos los arqueólogos desde un nuevo organismo en formación; antiguas rencillas entre arqueólogos; la Iglesia ve en los contenidos religiosos orientaciones poco ortodoxas de los primeros cristianos que no le hacen demasiada gracia... En nombre de un supuesto cientifismo o academicismo se está cometiendo un acto de aldeanismo cultural por cruce de intereses; allí donde con sólo dos piezas polémicas hubieran investigado años, pues se trata de su patrimonio, aquí se cierra la discusión. Actualmente creo en la veracidad de todo el material encontrado para la cronología propuesta.

* Licenciado en Geografía e Historia "

También yo estoy cada día más convencido de la veracidad de todo el conjunto de hallazgos de Iruña-Veleia. Esperemos que la responsabilidad de los profesionales de la Historia y la Arqueología desmonte cuanto antes el chiringuito que se han montado entre Comisión y Diputación en este asunto.

sábado, 6 de junio de 2009

¿SI o NO?

Desde que el hombre es hombre, la comunicación ha sido un factor determinante de su existencia. Pero la comunicación no es, ni ha sido nunca, algo sencillo. Me refiero a que no siempre coincide la idea que uno quiere transmitir con la que el interlocutor entiende. En primer lugar, encontramos barreras entre los idiomas. Para entendernos entre dos o más personas debemos compartir, al menos, un mismo idioma que nos permita, mediante palabras, exponer nuestras ideas y entender las que nos exponen los otros. Pero aun compartiendo una misma lengua, no siempre nos entendemos unos a otros, y es que en la posibilidad de compartir información intervienen otros factores ajenos al lenguaje. Me refiero a los diversos universos culturales en los que las personas nos movemos, y que influyen en cómo interpretamos las palabras, aunque compartamos un mismo idioma. Las mismas palabras adquieren diferentes sentidos según quién y cuándo las pronuncie, con qué entonación, gesto, etc... Creo que nadie es ajeno a los diferentes modos de expresión entre personas de diferente edad o profesión, incluso en el seno de una misma familia. Pues bien, este fenómeno, habitual en el lenguaje hablado, se repite, igualmente, en el lenguaje escrito.
Pero, a diferencia de lo hablado, lo escrito permanece y, muchas veces, lo que hemos interpretado mal, o directamente no hemos entendido en una primera lectura, puede ser releído y reinterpretado, teniendo en cuenta para ello la intención del escritor, la cual adivinamos en base al contexto general del discurso, considerando además su propio universo cultural. Es decir, intentamos ponernos en su lugar. De esta forma, el buen traductor de textos antiguos, no sólo debe conocer a la perfección la lengua en que se escribieron aquellos, sino que ha de tener profundos conocimientos de la sociedad en que se crearon. La dificultad de esta labor creo que no se le escapa a nadie. De hecho, por poner un ejemplo, todavía se siguen haciendo traducciones de La Biblia, intentando hacer más comprensible su sentido a los lectores.
Sin embargo, cuando escribimos, no siempre lo hacemos de forma extensa con la intención de comunicar ideas complejas. Muchas veces se escriben frases cortas, palabras sueltas, acrónimos, iniciales, siglas, etc... La finalidad con la que se escriben puede ser de muy diversa índole, y su sentido no es siempre comprensible por otras personas. Dejando aparte lo que escribimos para nosotros mismos, generalmente críptico para otros, la comprensión de estos mensajes cortos está íntimamente relacionada con el contexto, habitualmente no verbal, en el que aparecen. Así, no interpretamos igual “HP” si lo vemos escrito sobre una impresora, que si aparece en la propaganda de un coche o en una pintada callejera acompañando el nombre de alguien. De la misma forma, si leemos “RIP” en un panteón contemporáneo, interpretamos “descanse en paz”. Sin embargo, si aparece “RIP X” en una estela funeraria de época romana, aunque los expertos no sepan el significado de la “R” y la “I”, saben que el “RIP” es imposible, con su sentido actual, en aquella época, por lo que interpretan la “P” y la “X” en el sentido de “pedes 10” y dejan sin interpretar el “RI”, o interpretan la “I” como una “L” fallida, con el sentido de “latum”. Parece lógico. Pues bien, si a partir de tres rayas indicativas de santidad, los expertos leen “RIP” sobre un crucifijo en un grafito de Veleia, siguiendo la misma linea argumental anterior, concluyen que es imposible en su sentido actual, pero no le buscan un posible sentido diferente, acorde con la época romana, y concluyen que el grafito es una falsificación. No parece que la interpretación de ambas piezas se haya hecho con el mismo rigor científico. Evidentemente, el contexto, época romana, invita a pensar que tal vez su sentido pudiera ser otro, como “Rex Iudeorum P...” (Dejo el sentido de la “P” al arbitrio del lector, ya que en mi pequeño diccionario de latín sólo hay 70 páginas con palabras latinas que comienzan por “P”, y, además, no es este el objeto de estas lineas). Resulta pues palmario, al menos para mí, que el contexto que permite dar una interpretación unívoca al “RIP”, en el sentido actual de “descanse en paz”, es el contexto de que “lo de Veleia es un fraude”, lo que más que un contexto parece un prejuicio.
Una de las cosas que más me ha llamado la atención en los informes de la comisión es su concisión. Mientras que piezas mucho menos problemáticas que estas, de otros yacimientos, provocan la escritura de folios y folios por parte de los expertos, en el caso de los hallazgos de Veleia, muchas de las piezas no requieren de más de un párrafo para declararlas falsas de toda falsedad. Es el caso de la pieza sobre la que quiero escribir aquí.
Se trata de la supuesta ficha de juego que porta en una de sus caras un “SI”, y en la otra un “NO”. Debo admitir que, en este caso, el contexto sí invita, al menos en un primer momento, a hacer la lectura propuesta, ya que el “NO” sirve de contexto para el “SI” y viceversa. Las dos caras de la pieza se apoyan mutuamente y se dan sentido, al menos para una persona del siglo XXI. Sin embargo, la pieza ha sido extraida en una excavación arqueológica y se supone que es de tiempos romanos, y según los filólogos el “SI” y el “NO” son imposibles en aquella época, al menos en el sentido que parecen adquirir para nosotros en el contexto de la pieza, uno a cada lado del disco. A partir de aquí, se concluye que la pieza ha de ser falsa, hecha en tiempos modernos.
Sin embargo, yo creo que la pregunta correcta no sería qué leemos nosotros en la pieza, que es evidente, sino qué leería un lector romano. Por lo del contexto. Evidentemente, nunca consideraría la pieza como un disco para jugar al cara y cruz, ya que el sentido afirmativo y negativo de las dos palabras, según los filólogos, era inexistente para ellos. Además, ¿para qué fabricar tal artilugio teniendo monedas a mano que no se rompen al caer al suelo?. En mi opinión, un lector romano nunca habría leído la pieza en la posición que lo hacemos nosotros. Al menos, creo que no lo haría un lector romano que hubiera visto piezas como el pondus romano que pongo en la foto. Se trata de un ponderal romano, fabricado sobre un canto rodado, de dos libras y media de peso según se puede leer en la inscripción y aparecido durante las excavaciones realizadas en el Santuario de la Virgen de la Encina de la localidad alavesa de Artziniega. De esta forma, un lector de época romana, dado el parecido formal que, en mi opinión, tienen ambas piezas, leería seguramente I=Libra/As y S=Semis.




No he tenido nunca una sigillata en mis manos, y no conozco el tamaño de la pieza en cuestión, por lo que no puedo hacerme una idea de su peso aproximado, pero teniendo en cuenta el tamaño del ponderal de Artziniega y su peso, de 775,86 gr., creo que la pieza de Veleia, de ser un ponderal, tuvo un uso diferente al de calibrar el peso de mercancías, como el de Artziniega, ya que su peso, teniendo en cuenta el valor de la libra romana, debería aproximarse a 1/2 Kg., y por tanto su tamaño estaría desproporcionado con lo que se intuye en la foto. De esta forma, creo que debemos interpretar la “I”, o barra vertical, como simbolo del As, por lo que la utilidad de la pieza sería la de medir el peso de monedas o pequeñas piezas de metal. Por lo que he podido indagar en la red, de ser así, el peso de la pieza debería rondar los diez gramos, lo que, intuitivamente, sí parece aproximarse al posible peso de la pieza.
Desde mi ignorancia, desconozco si existen paralelos para artefacto tan rudimentario. Aunque he podido comprobar la existencia, en tiempos posteriores, de este tipo de pondus o exagias, son mucho más lujosos y aparentes que este de Veleia, aunque siguen manteniendo cierto parecido formal con él. Lo del lujo no creo que sea un gran problema, ya que tampoco encuentro paralelos para ponderales de piedra como el de Artziniega. La información que he podido recabar en la red sobre pondus romanos, usados como medida de peso, se refiere siempre a piezas de materiales nobles, como el bronce o el plomo. Esto, de todas formas, no es tampoco muy relevante, ya que mis medios y posibilidades de investigación son bastante limitados.
Otra pregunta que me surge es ¿por qué As y medio?. Por lo que he podido indagar, no existen monedas romanas con este nominal. Sin embargo, se me ocurren dos hipótesis que pudieran quizás explicar la utilidad de esta ponderación. En primer lugar, podría ser el precio habitual de algún tipo de mercancía, lo que unido a la escasez de circulante o a su deplorable estado de conservación, obligara a pesar las monedas o trozos de metal para calcular su valor. Es de sobra conocida la circulación de moneda partida. La segunda hipótesis, seguramente más probable, es que, a causa de sucesivas devaluaciones, existiera circulante con mayor valor que su nominal, y que tal valor fuera exigido por sus propietarios en las transacciones comerciales, por lo que fuera necesario comprobar su peso. En este sentido, pueden resultar ilustrativos los ases de Tiberio y Caligula encontrados en Segóbriga, y que llevan la contramarca “IS” que, según Almagro Gorbea, A. Balil interpreta como “I = As y S = Semis”. Teniendo en cuenta la gran abundancia de ases dentro del conjunto de hallazgos monetales de época altoimperial romana en el Pais Vasco, y la supuesta longevidad del numerario, quizás no sea esta una hipótesis descabellada. Ir más allá de aquí supera mis posibilidades.


Pero la información recogida hasta ahora de la pieza no es completa, ya que el As podía ser de dos aleaciones distintas. Podía ser de bronce o de oricalco (latón), presentando en cada caso un peso diferente. En este sentido, se esperaría que la pieza informara del tipo de material al que se refería su peso. Esta información creo que la proporciona la cara no leída hasta ahora de la pieza, donde supuestamente pone “NO”. Interpreto que un lector romano no tendría mayores problemas para leer la “O” como referida al oricalco y la “N” a “nummus”. Es decir, “moneda de oricalco”.
BIBLIOGRAFÍA
Cepeda, Juan José. La romanización en los valles cantábricos alaveses. El yacimiento arqueológico de Aloria. D.F.A, Vitoria-Gazteiz. De las fotografías: César San Millán, Juan José Cepeda, , Quintas fotógrafos, Paisajes españoles
Vidal Bardan, José Mª. Las monedas de Segóbriga y Ercávica en el museo Arqueológico Nacional de Madrid. En red
Almagro Gorbea, Martín. Nuevo ejemplo de la contramarca “IS” sobre un as de Segóbriga. En red
Cepeda Ocampo, Juan José. La circulación monetaria romana en el Pais Vasco. En red
Tesorillo.com
Lechuga Galindo, Manuel. Un ponderal bizantino hallado en Cartagena. Anales de prehistoria y arqueología, 5-6 1989-1990 Secretariado de publicaciones-Universidad de Murcia. En red