viernes, 28 de diciembre de 2007

Artísticos pasos de cebra en Bilbao


En los últimos meses se ha producido un extraño fenómeno en Bilbao. Ocurre que han desaparecido algunas rayas de determinados pasos de cebra de la villa. El suceso se repite por toda la ciudad, pero no en todos sus pasos de peatones.
En un principio podría parecer algo achacable a la mala calidad de la tinta que, fruto del rozamiento con las ruedas de los coches, termina por borrarse y desaparecer. Así lo pensé, en un primer momento, al percatarme por primera vez del tema. Pero es que no, tiene que existir algún otro motivo, ya que he visto desaparecer rayas, sin ningún signo de deterioro, de un día para otro.
De esta manera, debemos pensar en un acto voluntario y premeditado de eliminación de las rayas. Ahora bien, ¿para qué?, o ¿por qué?.
¿Podría pensarse en algún tipo de juego de niños, o no tan niños?. Recordemos el origen de todos esos garabatos, aparentemente incomprensibles para el resto de los mortales, que embadurnan paredes y persianas en la mayoría de ciudades, y que no son sino firmas que forman parte de modernos juegos de adolescentes (Creo...). Sin embargo, no parece probable, ya que el esfuerzo de borrado estaría desproporcionado con el fin. La pintura se muestra bastante consistente.
Y sin embargo, como puede comprobarse en la foto, las rayas han desaparecido.
Podemos deducir por tanto, que el hecho, además de ser voluntario y premeditado, requiere un esfuerzo que no está al alcance de cualquiera.
¿Podría tratarse de un grupo mafioso organizado especializado en el robo de rayas?. Quia..., a ver cómo las colocan luego en el mercado. Demasiado engorroso, y poco rentable.
La respuesta cierta no es tan extravagante, es mucho más sencilla y acorde con los nuevos vientos que soplan por la villa. Se trata de una nueva obra de arte para las calles de Bilbao. El ayuntamiento ha contratado el diseño de los nuevos pasos de cebra al ilustre y afamado pintor neoconceptual Altwer Grüng. Podeis seguir la noticía aquí.

domingo, 23 de diciembre de 2007

Felices Pascuas a todos

El motivo de esta entrada en el blog, es el de felicitar a todos los amables lectores que se acercan por aquí, con una foto del nacimiento de mi casa, con estrella caída y todo. Sobre la historia y tradición belenística he encontrado este artículo. Espero que os guste.




FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO

lunes, 17 de diciembre de 2007

La Vizcondesa Elvira Fernández, madre del Conde Ponce de Cabrera

Al tratar de los orígenes del conde Ponce de Cabrera, apuntábamos la posibilidad, creemos que, de no estar equivocado don Augusto Quintana Prieto, totalmente cierta, de que el nombre de la madre del conde, y por lo tanto, el de la esposa de Guerau II Ponç de Cabrera, fuera Elvira Fernández,. Pero, ¿quién era esta mujer?, ¿de qué familia procedía?. Intentaré en este artículo proponer una posible filiación para esta dama, descendiente del tronco real, de ser ciertas mis suposiciones.
Parece que todos los autores que se han ocupado de esta dama coinciden en señalar para ella un origen leonés, y así lo confirma también Fernández Xesta en su monografía sobre el conde Ponce: “El hecho de que doña Elvira poseyese bienes en territorio castellano-leonés, nos lleva a hacerla proceder de este Reino y, claramente, nacida de un “magnate” o “rico-home”.
En esta tesitura, sólo he podido encontrar, rastreando entre las “Elvira Fernández” recogidas por Margarita Torres Sevilla en su libro “Linajes nobiliarios en León y Castilla (siglos IX-XIII)”, un caso, que se adapta perfectamente a la dama en cuestión. Se trata de Elvira Fernández, hija del conde Fernando Vermúdez y la condesa María González. Sobre su vida no nos da M. Torres Sevilla información alguna, aparte de su filiación.
Me inducen a pensar en esta mujer como madre del magnate, diversos motivos. En primer lugar, su categoría social, pues tanto su padre, Fernando, como su abuelo Vermudo Ordóñez, ostentaron el título condal. Eran descendientes, además, de la familia real, ya que su abueloVermudo era, a su vez, nieto del rey Vermudo II de León, e hijo de Ordoño Vermúdez, bastardo del susodicho rey.
De otro lado, la marcada vinculación familiar con las tierras del norte de la actual provincia de Zamora. Así, nos dice Margarita Torres Sevilla hablando del padre de doña Elvira: “A comienzos de ese mismo año, 1074, otorga carta de dote a su esposa María a quien entrega diversas heredades, mayoritariamente situadas en Tierra de Campos y el norte de Zamora”. Entre los siete pueblos que cita la autora en nota, cinco de ellos se encuentran muy próximos entre si. Tres en la comarca leonesa de Los Oteros, dos en La Valdería, y otros dos, más alejados, en Tierra de Campos, : “Valdesaz, Castrobol, , Fuentes de Verroz, Santa María de Valderaduey, Alcubilla de la Valdería, Quintanilla, La Vizana, y Calzadilla”. No son nada raro estas posesiones, si tenemos en cuenta que ya anteriormente, una de las hijas del rey Bermudo II, hermana de Ordoño Vermúdez, ya donaba heredades en zonas limítrofes, según nos dice Torres Sevilla: “La infanta Elvira, “...Ueremundo regis filia...”, fue propietaria de ciertos bienes en Galicia, tal vez heredados de su madre, además de otros recibidos de su progenitor y situados en el valle de Vidriales”. En nota, nos precisa el pueblo de Pozuelo de Vidriales, y que lo posee de su padre, el rey.
Si por otra parte, analizamos el conjunto de bienes que aporta como dote San Pedro Cristiano en su ingreso en el Monasterio de Carracedo: “Junto al río Tuerto, en la villa que llaman La Isla, una yugada de bueyes; en Requejo, tres solares; en Calzadilla de la Valdería, un solar; en Pobladura de Yuso, dos solares; en Pobladura de Suso, tres solares; en Torneros, las tres cuartas partes de la villa con todos sus cotos y términos, según la poseyeron sus padres; en Sanabria y en Carballeda, cuanto allí tenía su abuela Elvira Fernández; a saber: En Manzanal, Rio de Celenios, Cabanillas, Anta, Triufé, San Esteban, San Salvador, Castellanos, Sampil, Robledo, San Juan de la Cuesta, San Pedro de Valdespino...”. Vemos cómo también estos bienes se situan en comarcas cercanas a las anteriores, coincidiendo con su supuesto bisabuelo en la propiedad de Calzadilla, en la Valdería, presentando además diversas propiedades en otros pueblos del mismo valle del Eria.
Si, por otro lado, analizamos los bienes del Conde Ponce, vemos que, según Fernández Xesta, el conde acumula una serie de propiedades en “Val de Salze”, que el autor identifica con la comarca de Los Oteros, anteriormente citada, y donde el conde Fernando Vermúdez entrega a su mujer como dote tres pueblos, entre ellos Valdesaz, también entregado en arras por su tío Fernando Ordóñez, como nos dice M. Torres Sevilla refiriéndose a este magnate:“Casó con Fronilde Gutiérrez, hija de los condes Gutierre Alfonso y Godo, a quien dió en arras Valdesaz.”
Tambien en la comarca de la Valdería ostenta propiedades el conde Ponce, concretamente en Villaferrueña.
Vemos, por lo tanto, diversas coincidencias entre las propiedades de los miembros de esta familia. Pero además, debemos considerar que las otras se encuentran en comarcas limítrofes. Así tendríamos propiedades en Sanabria y Carballeda por parte del conde Ponce y Pedro Cristiano. En la comarca limítrofe de Vidriales tenemos las propiedades de Elvira, la hija del rey Vermudo II. Rayando con las tres anteriores tenemos las propiedades de Pedro Cristiano, el conde Ponce y el conde Fernando Vermúdez, supuesto bisabuelo y abuelo, respectivamente, de los anteriores, en el valle del Eria. Y asimismo, muy cercana a las anteriores, tenemos la comarca de Los Oteros, donde también ostentan propiedades los miembros de esta familia.Se puede comprobar pues, cómo en una reducida extensión se concentran la mayoría de las propiedades de los miembros de esta familia.
Pero quizás el caso más concluyente lo encontramos en el pueblo de Villarín de Campos, a medio camino entre Benavente y Zamora, y muy cercano al Monasterio de Moreruela, tan ligado a la familia de don Ponce. En este pueblo encontramos intereses de varios miembros de la familia. Así, lo poseían, cada uno en una quinta parte, dos nietos de Vermudo II, el conde Sancho Ordóñez y Pelayo Ordóñez, aunque los poseen, según nos aclara Sancho, de la herencia de su abuelo materno, Pelayo Rodríguez.
Pues bien, en este pueblo también tenían intereses comunes los herederos del conde Poncio, y los de su hermana. Según documento, fechado en 1173, que recoge Fernández Xesta de don Cesareo Fernández Duro: “nosotros hijos del Conde don Poncio, Fernando Ponce el Mayor, Fernando Ponce el Menor y la Condesa doña Sancha Ponce y los “nietos” del mismo Conde, Fernando Gutierrez y Sancha Gutierrez y Teresa Gutierrez” . En este documento hacen donación de la iglesia zamorana de San Salvador, todo Villarín y otros bienes. Aclara Fernández Xesta que, donde dice “nietos”, debiera decir “sobrinos”, y propone que esta propiedad debían tenerla los sobrinos del Conde como herencia de él mismo y no de su hermana. Sin embargo, opino que no debe ser así, ya que como hemos visto, sabemos que la propiedad venía en herencia de Pelayo Rodríguez, bisabuelo del abuelo de nuestro Conde.
Vermudo Ordóñez, abuelo de don Ponce, debía poseer, como sus hermanos Sancho y Pelayo, una quinta parte de la villa, por lo que la herencia debía estar ya muy dividida cuando llega a manos de los primos que hacen la donación a San Salvador, y seguramente por este motivo, se encuentra indivisa. Aunque queda sin explicar por qué dicen “todo Villarín”, como no sea que debamos interpretar que donan todo lo que ellos poseen, o que, de alguna forma, la propiedad ha vuelto a reunirse en una sola mano.
Un tercer y último dato, que corroboraría nuestra suposición, es la concordancia de fechas. Según Fernández Xesta, el Vizconde Guerau II Ponç de Cabrera casaría con Elvira entre los años 1095 y 1098. Si, por otro lado, tenemos en cuenta que la carta de arras de Fernando Vermúdez se data en 1074, podemos pensar que Elvira naciera dentro de la década séptima del siglo XI, por lo que hacia el año 1095 podría muy bien tener unos veinte años escasos, por lo que podría muy bien ser, por edad, la esposa del Vizconde.


BIBLIOGRAFÍA
Fernández Xesta y Vázquez, Ernesto. Un Magnate catalán en la corte de Alfonso VII. Prensa y Ediciones Iberoamericanas, S.A. Madrid, 1991

Quintana Prieto, Augusto. El Obispado de Astorga en el siglo XII. Publicaciones del archivo diocesano de Astorga. Astorga, 1985

Torres Sevilla-Quiñones de León, Margarita. Linajes nobiliarios en León y Castilla (siglos IX-XIII) Junta de Castilla y León, Consejería de Educación y Cultura, Valladolid, 1999

domingo, 9 de diciembre de 2007

Don Ponce Giraldo de Cabrera, príncipe de Zamora

Esta mesnada la dirige el conde Ponce, noble lanza. Él era la fuerza de Sansón, la espada de Gedeón; era igual a Jonatás, ilustre como Josué; era jefe de su pueblo como el valientísimo Hector. Generoso y veraz como el invencible Ayax, no cede ante nadie, nunca retrocede en el combate, no vuelve la espalda, él nunca huye hacia la retaguardia, olvidado de la mujer y del amor cuando lucha: desprecia los besos mientras se desarrolla el combate, desprecia la mesa, goza más mientras hiere con la espada. Cuando blande la lanza, el malvado pueblo se abate exhausto. Nunca soporta de mala gana el ardor de la batalla. Su diestra hiere con fuerza, su voz resuena, el enemigo es derribado. Cuando da consejos, posee la sabiduría de Salomón. Cambia las espadas por las horcas y, mientras cuenta los meses, él mismo prepara las comidas, reparte sus propios vinos a los caballeros cansados, mientras se quita el rudo casco. Es el azote de los moros, testigo fue Almería más tarde. Este gran señor Ponce prefiere más ser desterrado que en tiempo de guerra dejar de blandir la espada. Por tal servicio agrada siempre al emperador: se enriquece con el favor del rey por las guerras victoriosas y domina todos los reinos con supremo valor.”
Así nos describe el Poema de Almería al conde Don Ponce Giraldo de Cabrera. Y así nos comenta la descripción D. Maurilio Pérez González en la nota 196 de su traducción del Poema: “El elogio del poeta al conde Ponce es el más extenso de los dedicados a los caudillos de la conquista de Almeria: le dedica no sólo epítetos biblicos, sino también clásicos. Quizás esto se explique por el hecho de que el conde Ponce, además de ser uno de los personajes más influyentes de la corte de Alfonso VII, fue mayordomo del rey leonés.”
Este caballero Ponce Giraldo, o Ponce de Cabrera, que fue mayordomo primeramente de Alfonso VII de León, y luego de su hijo Fernando II, fue "señor de Sanabria" y "príncipe de Zamora", y dio origen a la destacada familia que luego se va a denominar "Ponce de León".
Según don Ernesto Fernández Xesta, biógrafo del personaje, este Conde Ponce sería hijo del Vizconde de Gerona y del Baix Urgell, Guerau II Ponç de Cabrera, y a su vez, padre de Guerau III Ponç de Cabrera, quien heredará los vizcondados catalanes de la familia.
De su madre, propone Fernández Xesta, fuera de origen leonés y de nombre Elvira, y supuestamente, hija de Pedro Ansúrez. Según esto, la dama debería apellidarse Pérez, y sin embargo, creo que se puede demostrar que no era tal, sino Fernández.
Entre los familiares del Conde Ponce, nos cita Fernández Xesta a un tal Fernando Gutierrez, el cual aparece en una escritura de donación del año 1174, en la que junto a sus hermanas Sancha y Teresa, hace donación al Monasterio de Sahagún de una heredad en Gordaliza, y se declara sobrino del Conde Ponce y nieto de una vizcondesa de nombre Elvira. No cabe duda de la relación familiar entre este Fernando y el Conde. Todo indica que ha de ser hijo de una hermana de Don Ponce Giraldo, cuyo nombre desconocemos. Fernández Xesta no cita más hermanos de este Fernando Gutierrez. Sin embargo, Don Augusto Quintana Prieto sí lo hace. Al referirse a la familia de San Pedro Cristiano, a quien considera sobrino de don Ponce, y que fue Obispo de Astorga y reformador de San Martín de Castañeda, nos dice: “Gutierre Eriz, el hermano del obispo Jimeno Eriz, de quien hemos hablado detenidamente más arriba, tuvo cinco hijos, dos varones -Fernando Gutierrez y nuestro obispo (San Pedro Cristiano)- y tres hembras, Elvira, Sancha y Teresa Gutierrez.” Si rastreamos un poco en la documentación de este santo, Pedro Gutierrez, apodado Cristiano, vemos que con motivo de su ingreso como monje en el Monasterio de Carracedo, hace una importante donación al mismo, y entre las heredades que dona están cuantas poseía su abuela en Sanabria y Carballeda, y nos da el nombre y apellido de ella: Elvira Fernández. Parece por tanto que queda aclarado el nombre y apellido de la madre del Conde Ponce de Cabrera.
Además del hijo mencionado, tuvo Don Ponce Giraldo de Cabrera otros, fruto de los dos matrimonios que contrajo. El primero con una tal Sancha, dudoso, y el segundo, más conocido, con María Fernández, hija, al parecer, del famoso Conde gallego Fernando Pérez de Traba, amante de Doña Teresa de Portugal. De estos matrimonios nacerían el ya citado Geraldo, del que surgirá la rama catalana de la familia; Sancha, casada con Vela Gutierrez, y de cuya descendencia, a través de Ponce Vela, se formará la rama familiar de los Ponce de León; Fernando Ponce de Cabrera, el Mayor, que continuará con las tenencias zamoranas de su padre, siendo tenente en Tierra de Campos, Benavente, Sanabria, Allariz, Ledesma, Lemos y Zamora; y por fin, Don Fernando Ponce de Cabrera, el Menor, que alcanzará la dignidad condal como Conde de Limia, y como tal aparece en la documentación de la época.
Vino Don Ponce de Cataluña a León, acompañando a la hija del conde de Barcelona, Ramón Berenguer III, llamada Berengaria o Berenguela, a los esponsales que iba a celebrar con Alfonso VII, cuando corria el año de 1128. En este año, el 27 de octubre, aparece un "Pontio Quiral imperante en el castillo de Ulver (Cornatel, en el Bierzo) en un documento del Tumbo viejo de San Pedro de Montes". Hasta el año 1159 no aparece otro mandante en este castillo. Al año siguiente, 2 de febrero de 1129, el monarca le otorga la villa de Castrotorafe (Zamora), con varios términos y exenciones, poniendo a Ponz de Cabrera, como "mandante en Zamora". Así lo será a lo largo de su vida, siendo nombrado unas veces como mandante, otras como tenente, Comes o Princeps, hasta el año 1159.
Tres años más tarde, el 31 de marzo de 1132, vende a García Pérez y a su mujer Velasquita una heredad en Couelo (Cubelo, en el municipio de Galende), que asimismo había comprado a Pedro Velídez (Bellido). Manda en Senabria Ponce, osea él mismo. El 4 de septiembre de 1135, el dicho Ponce vende a los anteriores otra heredad en la misma localidad. Sigue mandando en Senabria.
A finales de septiembre de 1136 se reune en Burgos un concilio. Allí acude Alfonso VII con todos sus magnates. Entre ellos, y como uno de los más destacados, el conde Ponce de Cabrera confirma un privilegio del monarca a la Iglesia de Astorga, a 2 de Octubre de 1136. El último documento en que consta con la dignidad de tenente en Sanabria data de 1158.
También ostentó la mandación de Cabrera, pudiendo constatar esta tenencia en sus manos, desde el año 1138 hasta al menos el año 1156.
Por los años treinta y cuarenta del siglo XII, el conde figura a la cabeza de las huestes que el concejo de Zamora y su tierra mandaban al ejército del emperador, conquistando diversos castillos al sur de la provincia de Madrid. Premió el monarca estos buenos servicios del conde haciéndolo Príncipe de Zamora, y como tal acudió a las campañas de Andalucía, conquistando Almería, por lo que recibió nuevas mercedes del emperador que le concedió las villas de Moreruela, San Pedro de Ceque, Villaferrueña, Morales del Rey, y grandes heredades con lo que llegó a ser uno de los más poderosos magnates del imperio.
Detentó mandaciones como Salamanca, Melgar (Valladolid), Villalpando, e incluso gobernó en Almería tras su conquista. Gobernó en Toro, Ledesma, Ciudad Rodrigo y Benavente.
Según otra escritura del emperador, se hace donación al conde Ponce y a los monjes Pedro y Sancho de una serie de villas para la redificación del Monasterio de Moreruela, considerado como la primera fundación del Cister en la península. Allí se mandará enterrar gran parte de la familia del magnate.
A partir del 18 de Septiembre de 1142, en que aparece por primera vez como mayordomo del emperador en la documentación, y durante 20 años, aunque de forma intermitente. ocupará este cargo palatino, incluso durante el reinado de Fernando II (1157-1188), rey privativo de León. Aparece en el cargo, por última vez, en el año 1162, como mayordomo de Fernando II.
El siguiente suceso, conocido como “el motín de la trucha”, al parecer legendario, intenta explicar la extraña huída del Conde Ponce del reino de León y su refugio en el de Castilla entre noviembre de 1157 y mayo de 1158, fecha en que los reyes hermanos, Sancho III de Castillay Fernando II de León, firman el Tratado de Sahagún.
Era el año 1158, primero del reinado de Fernando II, cuando tiene lugar en la ciudad de Zamora el trágico episodio conocido como el "motín de la trucha", en el que se ve involucrada la familia de Ponce. El despensero de un noble llamado don Gómez Álvarez de Vizcaya quiso abusar del privilegio que tenían los nobles de comprar en el mercado antes que la plebe. Cuando un zapatero ya había cerrado el trato con el mercader, el despensero del noble intenta llevarse la trucha. Se formó un gran alboroto pero el despensero no lo consiguió. El noble amenazó con hacer ahorcar al zapatero y lo hizo prender. El pueblo entero salió en su defensa y, cuando los nobles están reunidos en el templo de Santa María la Nueva para deliberar, la plebe cerró por fuera las puertas y prendió fuego al templo, cuya techumbre de madera ardió y se desplomó, muriendo dentro los nobles.
Perdonó el rey a los vecinos de Zamora que, para huir del castigo de los nobles, iban camino de Portugal con todos sus enseres, con el fin de repoblar allí. El rey les impone sólo la reconstrucción del templo, a su costa, así como una riquísima arca, y que obtengan la absolución del Papa. De la otra parte anuló las concesiones y señoríos concedidos a don Ponce, a su yerno don Vela y a otros personajes, los cuales ofendidos, se extrañan del reino de León para darse por vasallos del rey de Castilla. La cosa tuvo arreglo, regresando los nobles, y Fernando II les restituye sus tierras bien ganadas en las campañas contra los árabes. Al conde Ponce de Cabrera, ya anciano, se le quitó, sin embargo, el título de Príncipe de Zamora, que desapareció, siguiendo únicamente con el de mayordomo del rey.
Sobre la relación entre el extrañamiento de don Ponce y el motín de la trucha, nos dice Fernández Xesta: “Así pues, entendemos que la marcha de don Ponce de Cabrera a Castilla no tuvo nada que ver con el “Motín de la Trucha”, sino que se debió a desavenencias con su Rey y Señor, lo que le obligó a marchar al vecino reinocastellano; el hecho de que él se fuera y por ello fuera despojado o que las cosas fueran a la inversa, no tiene, creemos, la menor importancia para la consecuencia final.”
La familia del conde sigue prestando sus servicios en la corte del rey Fernando II, quien por el año 1161, encomienda al conde Ponce de Cabrera y a su hijo Fernando Ponce, a la sazón su alférez real, las repoblaciones de Ciudad Rodrigo y Ledesma.
No queda clara la fecha de su muerte, y según fernández Xesta, el conde debió morir entre 1162 y 1164, sin poderlo precisar más. Está enterrado en la catedral de Zamora, en la columna izquierda del arco que da acceso a la capilla mayor, donde en elegante hornacina se labró más tarde su estatua, arrodillado y con el yelmo al pie. Y así reza su epitafio: “Hic iacet Comes Poncius de Cabrera strenuissimus in armis qui obiit era millesima CCa septima”. Como vemos, la fecha del epitafio se correspondería con nuestro año 1169. Sin embargo, parece que no es de la época, sino posterior, y la mayoría de los autores coinciden en considerarla falsa.



BIBLIOGRAFÍA

Fernández Xesta y Vázquez, Ernesto. Un Magnate catalán en la corte de Alfonso VII. Prensa y Ediciones Iberoamericanas, S.A. Madrid, 1991

Fernández de Prada, Miguel. El Real Monasterio de San Martín de Castañeda. San Pablo. Madrid, 1998

Pérez González, Maurilio. Crónica del emperador Alfonso VII. Universidad de Léon. Secretariado de Publicaciones y Medios Audiovisuales. León, 1997

Quintana Prieto, Augusto. El Obispado de Astorga en el siglo XII. Publicaciones del archivo diocesano de Astorga. Astorga, 1985

Torres Sevilla-Quiñones de León, Margarita. Linajes nobiliarios en León y Castilla (siglos IX-XIII) Junta de Castilla y León, Consejería de Educación y Cultura, Valladolid, 1999