lunes, 30 de abril de 2007

Memorias anónimas del bombardeo de Gernika

Revisando las novedades de los blogs que suelo visitar, veo que en dos de ellos, Gentehistoria e Historiantes, se hace mención del 70 aniversario del bombardeo de Gernika. No es mucho lo que puedo aportar al acontecimiento histórico que no se sepa ya. Pero me parece un momento muy apropiado para contaros lo que le sucedió a Emilio, un testigo presencial de la tragedia.
Emilio era en el 37 uno de tantos soldados movilizados por la república y que, por avatares del destino,en el momento del bombardeo se encontraba en un monte a las afueras del pueblo arrasado por las bombas. Fue un testigo excepcional de aquellas trágicas horas.
-¡Fueron los alemanes!- comentaba siempre enfadado.
Esta privilegiada posición, como testigo anónimo, le iba, sin embargo, a poner en un difícil aprieto unos años después.
Emilio era minero, de los de pico y pala, pero sin embargo, mantenía una fluida relación con el ingeniero encargado de la mina, y en alguna ocasión habían hablado, con sinceridad, del tema que nos ocupa.
Una tarde de domingo llegó hasta su casa una de las criadas del ingeniero con el recado de que se pasara lo antes posible por la casa del señor. El aviso no era nada habitual, y menos las prisas. Así que Emilio cogió apresuradamente la boina y se puso en camino, no sin cierta preocupación.
Llegó a casa del ingeniero y una de las criadas le condujo al comedor. Allí se encontraban, bajo una espesa cortina de humo, un grupo de hombres, alrededor de la mesa, en animada charla de sobremesa. Entre los comensales abundaban los trajes de buen paño, aunque destacaban, seguramente por su vistosidad, un par de uniformes de Falange.
-Hola Emilio- le dijo el ingeniero
-Tú estuviste en Gernika cuando lo del bombardeo, ¿no?
-Si señor- contestó Emilio, al que ya empezaban a temblar las piernas
-¿Quienes tiraron las bombas?
Emilio no sabía dónde meterse y aquello debió notarse, bien sea por el largo silencio que se produjo en el salón, bien por la palidez en la cara del interrogado. El caso es que, fuera por lo que fuera, el ingeniero le insistió varias veces para que dijera la verdad sin temor.
-Los alemanes, fueron los alemanes- contestó Emilio sin atreverse a levantar la vista del suelo.
-Puedes irte Emilio
Por desgracia, hoy Emilio ya no recuerda estos sucesos que tantas veces contó a sus amigos.

domingo, 29 de abril de 2007

Perros al toro, una tradición ancestral (II)

Viene de "Perros al toro, una tradición ancestral (I)"



Los Villanos de Encartaciones



Hasta mediados del siglo XX, se conservó, en la zona encartada occidental, una raza de perro conocida por los lugareños como "Chatos" o "Perros de Presa". Se trataba de un animal grande, de más de 40 o 50 Kg., barreado o atigrado, morro extremadamente corto, arremangado, de tal manera que el labio inferior no le cabía en la boca, plegándose de forma tal que, en relajación, dejaba escapar por la comisura de los labios abundante secreción salibal. Esta característica, debe tener en zoología algún término apropiado para expresarla, pero yo lo desconozco. Era un perro contundente, de mordida fuerte e instinto inmejorable para la tarea que le era encomendada, pero tenía un grave defecto, seguramente fruto de las innumerables selecciones hechas desde antaño: era demasiado chato. Esta característica le restaba capacidad respiratoria, por lo que no era capaz de carreras superiores a los 50 o 60 metros persiguiendo su presa. Era costumbre, mantenida hasta la actualidad, el cortarle las orejas cuando no contaban más de uno o dos meses de vida. De esta forma, las orejas les quedan levantadas y adquieren una forma peculiar.
Dada la escasa capacidad en carrera de aquellos Chatos, la captura del ganado debía realizarse con dos razas de perros complementarias. En un primer lance, los conocidos como villanos, perros sin características definidas, de ahí su nombre, aunque con un instinto básico, el de atacar al ganado mordiendo en la parte baja de las patas traseras, conducían la res en la dirección que fuera menester para acercarla a los chatos. Una vez que el ganado llegaba al lugar de encuentro previsto con anterioridad, entraban en acción los chatos, los cuales debían atrapar el ganado mordiendo en la oreja de la vaca o toro, donde permanecerían colgados, hasta que éste, cansado y derrotado, se rendía y tumbaba. El encuentro debía ser, como ya he comentado, en trecho corto, pues de otra forma el chato se agotaba y no era capaz de enganchar la oreja del animal perseguido. Pero una vez trabada la oreja, el perro no la soltará fácilmente. Incluso al amo le costará trabajo convencer al can, debiendo en ocasiones recurrir a la asfixia del perro para conseguir que, abriendo la boca, suelte su presa.
Parece ser que ya en la tardo antiguedad se empleaba similar sistema de caza, al menos en el vecino pais de los franceses, como nos informa Michel Rouche:
"Aquella guerra entre el hombre y el animal tenía la ventaja de procurar no sólo el placer de matar, sino también la intimidad con el animal doméstico cuyo instinto había de ser dirigido por el hombre. Para la caza a caballo, los galo-romanos utilizaban perros de dos tipos, los de Umbría y los molosos, tal vez el equivalente de los perros corrientes y de los dogos que agarraban a la bestia por el cuello. Los burgundios empleaban el perro de jauría, un animal rápido, el segusiavo, un perro muy apto para la persecución, y el petrúnculo, quizás otra especie de dogo."
Lamentablemente, el autor no menciona la fuente que le permite hacer estos comentarios y yo la desconozco, por lo que no puedo saber si estas prácticas también se empleaban con el ganado bovino salvaje, o en otras zonas, en esta época.
En el territorio peninsular, también tenemos testimonios antiguos de esta práctica cinegética en sendos fragmentos de los vasos de Liria y Alloza, donde aparecen perros utilizados para la caza de jabalí y ciervo respectivamente, y aunque aparecen en ellos actividades humanas con vacunos, ninguna de ellas se podría asimilar con la práctica que nos ocupa.
Tampoco conozco nada de la utilización de estas artes en la captura de vacunos bravos en la península ibérica durante los primeros siglos de su conquista por Roma, ya que ninguna de las referencias a animales objeto de acitividades cinegéticas que he podido enconrtrar hacen mención alguna del ganado bovino. Se mencionan conejos, ciervos, jabalíes, cabras y caballos, incluso se mencionan razas de perros ibéricos empleados en la caza, pero ni palabra de vacunos. Deberemos esperar hasta el S.II para acceder a la primera prueba de la existencia en la península de estas prácticas con bóvidos salvajes, como veremos más adelante.
En la actualidad, esta práctica, tal y como he narrado, se ha visto modificada, ya que a mediados del siglo XX, los Chatos o Alanos comenzaron a cruzarse con los Villanos, buscando un perro de presa que a su vez tuviera carrera de persecución, de tal forma, que no fueran necesarias dos razas de perro en la tarea. De estos cruces nacieron los actuales Villanos de las Encartaciones, excelentes perros de presa y con capacidad respiratortia suficiente para perseguir y trabar con éxito las orejas del toro o vaca deseado . Es curisísimo constatar como se ha seleccionado el instinto en estos animales, dóciles, mansos y obedientes con el hombre, pero, a la vez, con una clarísima tendencia natural para el ataque a las orejas de los vacunos.
En estos momentos, la tradición tiene menos utilidad que antaño, pues el ganado monchino, muy amansado hoy en día, no precisa tanto de estas prácticas de agarre, y este tipo de captura sólo suele emplearse con el objeto de sacar del bosque los terneros pequeños para marcarlos, pues dada su escasa estatura, se esconden bien entre la maleza de los cada vez más abundantes bosques.
Sobre el estado de la cuestión a finales de los 60, tenemos el testimonio del torero Balmasedano conocido como Platillerito, quien nos comenta:
"....los toros monchinos, que tanto abundaban en aquellos tiempos (Edad Media), y se criaban en estado salvaje en la Sierra de Ordunte, en los montes de Carranza, Arcentales, Villaverde, Guriezo, Sopuerta, Galdames y en las cumbres que rodean a Valmaseda, las sierras de Colisa y Arbaliza; aquellos toros bravos, de los que todavía quedan algunos, aunque escasos ejemplares, se cogían por los monteros, por un procedimiento parecido al rodeo del oeste americano, con lazos, después de sujetarlos por las nalgas y orejas, y perros de presa amaestrados para estos menesteres. Todavía se cogen empleando este sistema los toros monchinos destinados al matadero de los pueblos de Villaverde, Arcentales y Carranza.
En la actualidad, esta clase de ganado no se puede lidiar en plazas de toros, por no estar encuadrados los ganaderos en el sindicato de criaderos de reses de lidia, ni poseer hierro ni divisa sus propietarios
..."
De la misma forma que podemos intuir la presencia de la raza monchina en la comarca desde épocas antiquísimas, lo mismo podríamos decir de la comentada costumbre de la captura del ganado con la presa de los perros en las orejas de las reses. Quizás deberíamos pensar en una de las más antiguas formas de domesticación de vacunos. No obstante, y aunque no podamos demostrar tanta vetustez, veremos que la antiguedad de esta costumbre queda constatada por diversos testimonios tanto gráficos como escritos que comentaremos más adelante.
Sobre esta tradicional forma de atrapar el ganado bravo en la montañas de Las Encartaciones, Jesús Mª Palacio recoge, en su libro sobre la tradición taurina en Trucios, las impresiones al respecto de Adolfo Roldán, redactor del desaparecido diario "La Gaceta del Norte", y que yo reproduzco aquí por la aguda interpretación que, en mi opinión, hace con sus palabras de la tradicional "pesca del toro":
"El aullido ronco de un villano señala el principio de la fiesta, fiesta más brava que el rejoneo, más espectacular que el toreo a pie, y mucho más primitiva que el encierro. Una fiesta excitante, cálida, sangrienta a veces, que dura horas o minutos, según la suerte y sagacidad de caballistas y monteros. Una fiesta brava por esencia, enmarcada en un paisaje agreste de caminos ásperos, como cortezas de coníferas y arroyos transparentes como el oxígeno de la montaña. Una fiesta, en fin, sólo para iniciados, donde los olés suenan a euskera y los aplausos a zortziko. Una fiesta vedada a los turistas, a las mantillas y al toreo oficial. Es la captura del toro bravo."
Emotiva descripción, aunque un poco exagerada en cuanto a las referencias euskaldunes, dadas las peculiares formas de cultura lingüística, particularmente castellanas, de esta región vizcaína. Para los interesados, la actividad ha quedado recogida en uno de los videos de la serie documental "Un pais en la mochila" del célebre Labordeta. Tambien se recoge en sendos documentales de la EITB y de TVE 2 que se pueden conseguir en el pueblo de Trucios.
Esta forma de recogida del ganado bravo, no ha sido exclusiva de esta comarca a lo largo de la historia, y como veremos, hay diversos testimonios de la misma en otras zonas de la geografía peninsular, así como en otros paises, quedando bien patente este hecho en el nombre dado a la raza de perros conocida como bulldog en Inglaterra, aunque parece que allí tuvo un carácter menos práctico, ya que la actividad se reducía al mero espectáculo de la lucha de los perros contra el toro. En la Península Ibérica, esta actividad ha estado ligada a una raza de perro conocida como Alano y ha sido también frecuente en los cosos taurinos hasta épocas recientes. Es interesante, respecto a este tema, lo que nos dice Araceli Guillaume, hablando de la fiesta en el S. XVI:
"Los perros, que muchas veces partícipaban en los espectáculos taurinos no eran cosa nueva. Su utilización tiene un origen venatorio y hace de los espectáculos taurinos una espeúe de "montería en cosso" como los denomina Argote de Molina.
Sin embargo, su actuación parece haber constituído en muchas ocasiones un capítulo cómico-grotesco del espectáculo. En otras, tuvieron una utilidad directa para servir de acicate a toros mansos o para, al contrario, controlar a uno particularmente bravo, pero el efecto producido por lo general era irresistiblemente cómico, al menos para los observadores extranjeros:"Cuando los toros más vigorosos han cansado a todo el mundo, el rey ordena que salgan seis grandes mastines que la Villa cría y amaestra con ese propósito[...] atacan al toro colgándosele de las orejas o cogiéndolo por el cuello. Es a mi parecer lo mejor de la fiesta[..] lo que siempre gusta'. CAREL de SAINTE-GARDE, Mémoires curieux..., p. 34-35.
"
En la actualidad, algunos criadores de perros aseguran haber recuperado, a partir de ejemplares recogidos en esta comarca vizcaina de Las Encartaciones, la antigua raza de perros hoy conocida como "Alano español". Personalmente, pongo en duda tal posibilidad, ya que creo que las referencias que se hacen de tal animal en los textos,crónicas e imagenes, no se refieren a raza concreta, sino que hacen alusión al oficio al que se dedican determinados perros, especialmente cualificados para la presa y el agarre, pero sin características raciales definidas. De otro lado, el parecido de estos actuales alanos con los antiguos chatos encartados es pura quimera. Lo que si parece indudable es que aquellos chatos fueron el último testimonio de perros de presa autóctonos que ha perdurado en la península, y los actuales Villanos de Las Encartaciones, sus descendientes más directos en lo referente a su instinto como perros de presa.


Dedicaré la tercera parte de este artículo a los testimonios históricos sobre esta práctica, y a la bibliografía.

viernes, 20 de abril de 2007

Destrucción de restos romanos en Torrefrades (Zamora)

Acabo de leer con estupor la siguiente noticia en "El Norte de Castilla":
"El procurador del PSOE Manuel Fuentes denuncia que la obra que el Ayuntamiento de Bermillo de Sayago realiza en la Casa de Viriato de Torrefrades ha supuesto un expolio de los restos de la antigua edificación y de importantes hallazgos encontrados al derribar una pared interior de la casa."
Se queda uno sin palabras y sin aliento.
Podeis ver la casa, cuyo valor arqueológico parece que se conoce de hace tiempo, en esta dirección: "Casa románica, casa de Viriato".

miércoles, 18 de abril de 2007

Fotos de ganado monchino

Casualmente hoy he podido hacer unas bonitas fotos de monchinos, ya que este fin de semana se celebra en Trucios una exposición de esta peculiar raza bovina y han bajado del monte unos cuantos ejemplares especialmente escogidos para el evento. Os dejo aquí una muestra, el resto las he colocado en la primera parte del artículo de "Perros al toro, una tradición ancestral"

domingo, 15 de abril de 2007

Balmaseda, otra vez noticia

Acabo de leer en El Correo la noticia de que se va a habilitar uno de los antiguos castillos de la villa como parque arqueológico. La noticia me parece estupenda, ya que dado el auge turístico que la comarca de Las Encartaciones está experimentando, éste puede ser un nuevo reclamo que atraiga visitas a esta comarca, por otra parte hasta ahora, tan olvidada.

La noticia me viene al pelo para colgar lo que sobre estos castillos nos decía D. Juan Ramón de Iturriza y Zabala en el S.XVIII y la apostilla que sobre el tema nos dejó D. Ángel Rodríguez Herrero:

"Según escribe el P. Fray Martín de Coscojales en el tercer volumen de sus Antigüedades, fue poblada Balmaseda hacia el año de 735 por los naturales de su comarca, con el objeto de impedir que se internasen los moros poe aquella parte de Vizcaya, reforzando con dos castillos que aún existen, el uno en sitio eminente en jurisdicción de la villa de su banda septentrional y distancia de unos 380 pasos, y el otro nominado de La Piedra a la parte oriental en el limitado de Zalla, distante 880 pasos, el cual reedificado posteriormente tiene las armas del Condestable y Duque de Nájera. (Este hermoso castillo fue volado durante la guerra civil de 1833 a 1839. También entonces acabó de desaparecer el otro castillo)"

sábado, 14 de abril de 2007

Extrañas losas

En diferentes paredes, delimitadoras de fincas de casas y caserios, he podido observar cómo se colocan de adorno ciertas losas con una muesca central, cuya utilidad se me escapa, pero que sin ninguna duda han debido tener algún uso diferente del actual. Coincide, además, que tales losetas aparecen al pie de la antigua calzada romana Pisoraca (Herrera de Pisuerga)-Flaviobriga (Castro Urdiales), en su último tramo. Hay que decir que la citada calzada estuvo en uso hasta el S.XIX. ¿Conoce alguien para qué pudieron servir tales piedras?





miércoles, 11 de abril de 2007

Hallazgo arqueológico de una ferrería del S.XV en Balmaseda

Hace unos meses escribí un artículo sobre la boina en el Pais Vasco, aprovechando la apertura del Museo de la Boina, en el recinto de la antigua fábrica de boinas “La Encartada”, en Balmaseda. Pues bien, hoy ha saltado a la prensa la noticia del hallazgo, en los terrenos de la fábrica, de una antigua ferrería que parece remontarse al S. XV y que podría ser la más importante de toda la cornisa cantábrica.
La ferrería parece corresponder con la que el concejo tenía a fines del S.XV. Época que coincide con la construcción, en la misma villa, en el barrio de la Penilla, de la primera ferrería de martinete de toda la península, ya que se atribuye a Marcos de Zumalabe, vecino de Balmaseda, la construcción de la primera ferrería con esta técnica, según se desprende del pleito que contra él mantuvo, en el año 1525, el milanés Juan Tomás Fabricario, beneficiario, por parte de los Reyes Católicos, del privilegio de monopolio para la construcción de tales ingenios mecánicos en el reino, según nos cuenta Ángel Rodríguez Herrero en una nota a la publicación de la “Hª General de Vizcaya y Epítome de Las Encartaciones” de J.R. Iturriza y Zabala, en el año 1967.
La coincidencia en la ubicación de las dos actividades fabriles no parece casual, ya que, probablemente, la fábrica de boinas eligió este lugar para asentarse valorando el salto de agua que se conservaba de la antigua ferrería.

martes, 10 de abril de 2007

Perros al toro, una tradición ancestral (I)




El ganado monchino



Entre los ríos Barbadún por oriente y Asón por occidente, sin lindes precisos, se dibuja un territorio que, limitando con el Cantábrico al norte y los montes de Ordunte al sur, ha albergado, y aún hoy alberga en su seno, una raza de vacuno bravo cuya antigüedad en la zona será seguramente milenaria. Se trata de la raza de vaca monchina.
El característico aislamiento de los montes en que han habitado con plena libertad, las similares condiciones de vida en este hábitat desde la antigüedad hasta prácticamente nuestros días, así como la magnífica adaptación del animal al entorno en el que vive, es lo que nos permite pensar en el primitivismo de sus carácterísticas morfológicas, que alcanzaron hasta el último tercio del Siglo XX. Al día de hoy, la raza se encuentra muy mezclada con otras más mansas y productivas, aunque se está incentivando, desde las administraciones públicas, la conservación de la especie con sus características más originales.
De la antiquísima presencia de animales vacunos en la comarca, existen dos testimonios básicos, uno es el de la cueva de Ventalaperra (Carranza), en la zona occidental del territorio propuesto, donde, durante el periodo Paleolítico, la mano del hombre prehistórico dibujó, con inusitada maestría, la imagen de un ancestral Uro, el conocido antecesor de las actuales razas de bovinos. El segundo testimonio correspondería a la cueva de Arenaza (Galdames), en el margen oriental de la comarca, donde aparecen testimonios pictóricos similares. En esta última cueva, además, se tiene la más antigua constancia arqueológica de la presencia de bóvidos amaestrados en el Cantábrico, como nos informa la Universidad de Cantabria:
"Comenzando por la fauna -la parte en la que las investigaciones están más avanzadas-, los indicios obtenidos por el momento confirman la presencia de porcentajes significativos de animales domésticos en la primera mitad del V milenio cal BC, varios siglos antes del contexto más antiguo que estaba documentado hasta ahora (Castaños 1995), la cueva de Marizulo (Urnieta, Guipúzcoa), de fines del V milenio. Los datos más concretos y más seguros son los obtenidos a partir de muestras procedentes del nivel IC2 de las excavaciones practicadas en la cueva de Arenaza (Vizcaya) por J.M. Apellaniz y J. Altuna (1975). Se han datado un molar y un metatarsiano de bovino, identificado por uno de nosotros (JA) como Bos taurus, en un momento muy inicial del V milenio cal BC (véase Arias y Altuna 1999 para un estudio detallado de estas fechas –OxA-7157 y OxA-7156- y su contexto). Estos datos son coherentes con los de la secuencia de Kobaederra, en la que, aunque no se ha finalizado aún el estudio arqueozoológico completo, se ha podido determinar la presencia de fauna doméstica (al menos Bos taurus y ovicaprinos domésticos) desde los estratos más antiguos, datados, al menos, en el segundo tercio del V milenio. Conviene recordar que, en el caso concreto de Arenaza, no nos hallamos ante restos aislados de domésticos, sino ante una muestra procedente de un contexto con un claro dominio de la fauna doméstica (79 % del total) sobre la silvestre, y con una considerable variedad (están presentes, además de la cabra y la oveja, el cerdo y la vaca, que alcanzan porcentajes del 28,6 % y el 23,1 % de los domésticos, respectivamente) (Altuna 1980; Mariezkurrena 1990). Parece, por lo tanto, que se trata de un yacimiento correspondiente a grupos que desarrollaban una actividad ganadera consolidada a comienzos del V milenio. Es importante destacar el solapamiento existente entre las fechas del nivel IC2 de Arenaza y las de contextos claramente atribuibles a poblaciones de cazadores y recolectores, en particular el campamento costero de Herriko Barra (Zarautz, Guipúzcoa) (Mariekurrena y Altuna 1995). Al margen de otras consideraciones sobre el desarrollo del proceso de introducción de las especies domésticas (vid. infra) este dato sugiere que es bastante improbable que se puedan obtener fechas mucho más antiguas que las de Arenaza para la primera presencia de fauna doméstica en el Cantábrico."
Además y según el mismo informe, estos grupos humanos del Neolítico, serían fruto de la evolución local de los mismos habitantes de la comarca en el Mesolítico, por lo que podríamos pensar en una evolución conjunta de hombres y animales dentro del mismo territorio:
"Los datos obtenidos en las investigaciones desarrolladas en los últimos años refuerzan las hipótesis que interpretan la neolitización cantábrica como un proceso desarrollado básicamente en el seno de las sociedades de cazadores y recolectores de la región. A ello apunta la aparición de los primeros indicios neolíticos (especies domésticas, cerámicas) en contextos que no presentan rupturas con el Mesolítico local. Así, es frecuente que se documente la continuidad en el uso de un mismo espacio, hecho constatado en numerosas excavaciones antiguas y que se ha visto confirmado en varias de las recientes (por ejemplo, en La Garma A, Arangas, El Mirón o Los Canes). "
Conviene también, por otra parte, hacer mención de la abundancia de estaciones megalíticas en las zonas naturales de habitación de estos animales salvajes en la actualidad, en los cordales montañosos de los mazicos que conforman el relieve de la zona, lo que nos induciría a pensar en una continuidad, todavía más dilatada en el tiempo, de la cohabitación de hombres y animales dentro de este mismo espacio, desde las épocas remotas del Paleolítico hasta nuestros días. En este sentido, es interesante el comentario de Milagros Esteban Delgado, en relación con la perduración, desde épocas remotas, de los mismos modos de explotación ganadera en El Pais Vasco Atlántico:
"La introducción de especies domésticas y el pastoreo no hicieron sino incrementar los lazos entre una actividad económica y un medio físico que se adaptaban perfectamente, creando una estrecha simbiosis entre el hombre y la montaña que posibilitó la perduración de esta forma de vida a lo largo de los siglos hasta nuestros días. Las pruebas concluyentes de esta situación las encontramos en el Eneolítico con la construccion de los primeros monumentos megalíticos, que subsistirán a lo largo de la Edad del Bronce y del Hierro."
En la misma linea, refiriéndose en este caso a la zona encartada, se expresa también Sofía Álvarez, en su monografía sobre el Valle Encartado de Trucios:
"En cuanto a los monumentos megalíticos, podemos afirmar que la máxima concentración de manifestaciones en Bizkaia tiene lugar en la comarca de Las Encartaciones. Quizá este hecho esté relacionado con la pervivencia del pastoreo hasta fechas recientes y aún sigue dominando en el paisaje amplias áreas dedicadas a prados. Sin embargo en otras comarcas el bosque, esencialmente de coníferas, ha invadido los antiguos espacios abiertos, ocultando o destruyendo gran parte de estos vestigios."
Podríamos pensar, por tanto, en el origen autóctono de estos animales , así como en la antigüedad de su aprovechamiento por los hombres que, como hemos podido ver, han compartido con ellos los mismos espacios de habitación. De la misma forma, podemos suponer una continuidad en los modos y maneras de explotación ganadera, lo que ha provocado el mantenimiento de usos y costumbres ancestrales para las que si bien no podemos asegurar una datación concreta, en función del origen claramente venatorio de algunas de ellas,deberemos suponer antiquísima.
Recientemente, y referente al pueblo cántabro de Villaverde de Trucios, se ha publicado una monografía sobre temas de etnografía y viejas costumbres, en el que se hace la siguiente descripción de esta especie vacuna:
"Es un animal de rasgos bien característicos: pequeñas dimensiones, pelaje denso y gran robustez, resultado de una asombrosa adaptación a las rigurosas condiciones del medio en el que vive (frío extremo durante el invierno y escasez de comida), ya que a diferencia de otras razas permanece en el monte durante todo el año.
Los expertos emparentan esta especie con los bovinos prehistóricos y matizan que su origen está directamente vinculado a su localización geográfica, un área aislada geográfica y culturalmente durante mucho tiempo. En este enclave confluían las razas roja turdetana (origen Prepirenaica) y el tronco castaño cántabro (del que deriva la Tudanca). De la presión de estos dos troncos tuvo su origen la vaca monchina."
El carácter bravo de esta raza, junto a otras características, motiva que se la relacione con las famosas castas de toros bravos de la Ribera Navarra, como hace Jesús Mª Palacio:
"Los antecedentes más inmediatos del toro en nuestra zona, se encuentran en la selección que se realizó en la Ribera Navarra y por la que se creó la casta que lleva su nombre. Este toro navarro, que por el siglo pasado gozó de un merecidísimo prestigio, se criaba desde tiempos inmemoriales, y era un ganado pequeño, aunque de mucha sangre y bravura. Esto nos demuestra la presencia milenaria de estos toros, y la cercanía geográfica con nuestra comunidad"
Cuando, en 1.960, Pertica y Eceizabarrena estudian los animales salvajes del Pais Vasco, se ocupan de la vaca vasca o pirenaica, origen de la casta navarra, que ha dado origen a ganaderías de tanta fama como la de Miura. Pero para la época en que escriben, parece que está casi desaparecido el carácter salvaje de estos animales, que en su mayoría pastan ya en fincas de propiedad particular, conservándose, en estas fechas de inicios de los años sesenta, las últimas manadas semisalvajes sólo en los pastizales de montaña de los valles de Roncal, Salazar y Aezcoa, proceso que los autores describen así: "En estos últimos tiempos se acostumbra llevar el ganado vacuno a los pastos cercanos de propiedad particular y esta ha sido la última etapa recorrida desde el primitivo "basabei" o vaca en estado salvaje de nuestros montes, hasta la vaca actual completamente educada."
Domingo Delgado de la Cámara hace descender esta casta navarra del bos taurus primigenius origen de los toros de lidia actuales, aduciendo la bravura como elemento diferenciador fundamental entre las distintas razas de bóvidos, a pesar de la opinión de la mayoría de expertos que lo hacen descender del bos taurus brachiceros., De esta forma, según Domingo Navarro, el toro navarro tendría un origen común con el resto de las castas bravas peninsulares, mientras que la opinión más extendida le atribuye un origen diferenciado, coincidente con el resto de las razas domésticas actuales, por lo que su carácter fiero tendría más relación con su modo de vida salvaje que con sus genes.
Entre estas dos razas de bovinos, la Pirenaica y la Monchina, existen evidentes relaciones de parentesco, a pesar de las diferencias morfológicas entre ambas, que debemos atribuir a una evolución independientey autóctona, dentro de ámbitos geográficos de características diferentes, pero que mantienen ciertas características propias que las diferencian de otras razas vecinas, como opina el Dr. Staffe: "...en las cadenas de montañas que rodean al vértice del Golfo de Vizcaya , se ha conservado un ganado vacuno completamente característico, algo diferente por su aspecto exterior, de las razas inmediatas al Norte y Sur y que con su pequeñez chocante, da la impresión de su absoluta primitivez".
El espacio ocupado por los animales de raza monchina, que abarca zonas de las tres provincias limítrofes de Bizkaia, Cantabria y Burgos, es un terreno montuoso, con abundantes bosques naturales y de plantación en la actualidad, en cuyos cordales pastan de forma salvaje y libre las distintas manadas de reses bravas. Este carácter abrupto del terreno y el genio salvaje y bravo de los animales han motivado, a su vez, la perduración, sobretodo en la zona que tiene su centro geográfico en el valle del Agüera, de una ancestral forma de captura y manejo de este tipo de ganadería. Se trata del agarre de reses con perros de presa, o como se la conoce en la zona "la pesca del toro", actividad que a su vez es el motivo de la perduración de una raza de perro, conocida como Villano de las Encartaciones, y que al parecer es el heredero inmediato de los famosos Alanos, numerosas veces aludidos, tanto en la literatura como en la pintura y que será el tema de la segunda parte de este trabajo.

Continua con "Los villanos de Encartaciones"

lunes, 2 de abril de 2007

Hallazgo de mosaicos romanos del S.III a ocho kilómetros de Petavonium

Me acabo de encontrar con esta gradable noticia en el blog de "La oreja de Dionisio", de Ayoó de Vidriales.
Al parecer, la intervención arqueológica se debe a la realización de obras de construcción en un solar del pueblo zamorano de Camarzana de Tera, ya que la zona está calificada de interés arqueológico, a sólo 8 Kms. de las ruinas del campamento romano de Petavonium.
Los mosaicos pertenecen al atrio de una villa romana del siglo III. De momento no parece que hay demasiadas noticias del hallazgo, pero para más información se puede visitar el citado blog, donde aparece la buena nueva.
También se recoge la noticia en Comentariola Hispaniae, y se incluye alguna foto.